Gente de mi Pueblo

La prueba de fuego de Horacio Cobiella Domínguez

Santa Cruz del sur, 11 sep.- En el Consejo Popular de Haití sus pobladores rinden homenaje perpetuó al mártir Horacio Cobiella Domínguez, asesinado brutalmente en la emboscada de Pino 3 el 27 de septiembre de 1958 traes hacer prisionero del Ejercito de Batista.

Horacio poseía una vasta preparación cultural. Era delgado, con los pies muy chiquiticos. En la colonia Castillo, del central Préston, nació el 13 de noviembre de 1924. pero la mayor parte de su vida transcurrió en Macareño, municipio de Santa Cruz del Sur. Era un hombre delgado, de unos treinta y tres años de edad; pelo rubio y ondeado; cara perfilada. Usaba espejuelos de aumento.

Estudió en una escuela privada y luego cursó la Escuela Profesional de Comercio de Camagüey, donde se relacionaba con los luchadores de la clandestinidad Cándido González Morales, Tato Rodríguez Vedo, Noel   Fernández  y Rodolfo Ramírez Esquivel.

Horacio era una persona enfermiza, pero sabía  imponerse. Tenía una gran fuerza de voluntad.A partir del golpe de Estado del 10 de marzo de 1952 se declaró en contra de Batista.

En el Bar Correo de la ciudad de Camagüey trabajaba Horacio en un estanquillo. El Bar Correo era centro de reuniones de los revolucionarios camagüeyanos.

Transcurrió el tiempo. En la terminal de ómnibus de Camagüey, Arístides Carrazana Mirabal abordó una ruta. Era la madrugada del 28 de julio de 1958. Allí conoció  a Horacio Cobiella.

«Viajamos a Veguitas. En un bar allá en Veguitas teníamos que hacer un contacto con un compañero. Teníamos que llevarle un papel que nos había dado en Camagüey el compañero Luciano Medina, que era el que realizaba los trámites para entrar en Canabacoa, donde estaba el campamento  del Chino Figueredo.

»Nosotros nos encontramos en la guagua. Él llevaba –sujeto en el pecho, con un esparadrapo, como si tuviera una herida– el papel que le habían dado. Un gran error de su parte, al igual que cometí yo también. Pero bueno, ni Horacio ni yo afrontamos dificultades durante el viaje.

»En Veguitas, como estaba previsto, contactamos con el hombre del bar. Inmediatamente nos montamos en un auto que nos llevó a Canabacoa, en las estribaciones de la Sierra Maestra. El auto nos dejó en un lugar seguro en los límites con la Sierra. Unos jinetes nos guiaron hasta el campamento del Chino Figueredo.

»Había mucho entusiasmo. Vinieron algunos compañeros y las mujeres a recibirnos allí, en el campamento del Chino Figueredo. A los ocho días de estancia en el campamento, comenzamos el ascenso hacia la Sierra Maestra, bordeando las faldas de las montañas, cruzando las aguadas y avanzando por los trillos y serpenteas, entre zarzales».

Era la primera prueba de fuego de Horacio Cobiella Domínguez que afrontaba dificultades al andar. Con anterioridad ya habían acampado varios días en el campamento de Víctor Mora.

Con otros prácticos llegaron a la Sierra Maestra. Fueron directamente al mismo campamento de Fidel Castro. Así lo precisó Joaquín Arístides Carrazana Mirabal: «Recuerdo que en las Vegas de Jibacoa, aún con el efecto del cansancio, Horacio conversó conmigo:

»— Carrazana yo era estudiante, pero últimamente trabajaba en el Bar Correo vendiendo cigarros, tabaco y otras cosas. Trabajaba en el estanquillo del Bar Correo de la ciudad de Camagüey.

»Me contó que él desarrollaba su vida clandestina en el Bar Correo, donde está hoy la Casa Museo Ignacio Agramonte». (texto: Cortesía del periodista Lazaro David Najarro Pujol, colaborador de Radio Santa Cruz) (Foto: ECURED)