Deporte

Dos opiniones después del clásico

Dos opiniones después del clásicoEl Clásico debe mejorar

Más de 800 000 aficionados presentes en los diferentes estadios. Transmisiones televisivas a lo largo y ancho del planeta. 16 equipos, 39 juegos en poco más de dos semanas. Sin duda, el Segundo Clásico Mundial resultó un éxito. Pero, como toda obra humana, es susceptible de una mejoría, especialmente en el sistema de competencia y el otorgamiento de las sedes si quiere llegar con muchos más entusiastas a la tercera edición, dentro de cuatro años.

Lo primero que salta a la vista, sin tener que ser un especialista en la materia, es cómo fue posible que en una misma poule de la segunda ronda estuvieran agrupados el campeón olímpico, el titular del Primer Clásico y Cuba, subcampeón de ambas justas. Para la mayoría de los expertos, los organizadores norteamericanos evitaron enfrentarse a cubanos y asiáticos, temerosos de que se repitiera la dolorosa experiencia anterior.

El sistema de competencia en ambas ediciones ha sido muy deficiente y a todas luces necesita una rectificación. De la misma forma cabría preguntarse: ¿por qué de nuevo San Juan de Puerto Rico fue sede, al igual que San Diego? ¿Por qué no Caracas y Santo Domingo?

El comisionado de Grandes Ligas, Bud Selig, debe de estar arrepentido de haberle otorgado la sede a Miami, pues fue la peor de todas: poca asistencia de público, al extremo de que un despacho cablegráfico se refirió a que el equipo norteamericano fue "visitante en su propia tierra". Pocos lo apoyaron. Un marcado contraste con el Hiram Bithorn boricua o el Tokio Dome nipón, repletos de una afición entusiasta, tanto como los miles de sudcoreanos que se reunieron en el estadio de Seúl para presenciar en una pantalla gigante todas las incidencias del choque decisivo. Una lección para el próximo 2013.

Béisbol asiático, pequeño?BÉISBOL ASIÁTICO: ¿PEQUEÑO?

El calificativo de "pequeño" al béisbol jugado por los equipos asiáticos le fue dado por los norteamericanos, quienes han hecho del jonrón un mito, ayudados por el consumo de esteroides que convierte a un ser humano normal en una montaña de músculos. Es el béisbol "hollywoodense" al que hace referencia un experimentado dirigente beisbolero mexicano y que, según afirma, "va en picada".

Por supuesto que el beisbol asiático de pequeño no tiene nada. Trata de embasar corredores y adelantarlos hasta llegar a home, un principio tan viejo como el béisbol mismo, mientras la excelencia de sus lanzadores hace el resto: limitar a la mínima expresión la ofensiva rival.

Muchos son los comentarios alrededor de la falta de forma de los peloteros de Grandes Ligas, sean del país que sean, por el hecho de que la fecha del Clásico coincide con los entrenamientos primaverales. Entonces, por ejemplo, la liga profesional japonesa tiene un calendario de 144 juegos, desde el 3 de abril hasta finales de octubre, sin contar los play off, ¿cómo es posible que sus jugadores regresen a sus casas para el descanso de fin de año, y en marzo la mayoría se presente en forma y ganen el torneo?

Se me ocurre una sola respuesta: lo toman en serio. Para sus peloteros constituye un honor integrar las filas del equipo nacional y representar al país en un evento internacional. Todo lo contrario de muchos en las Grandes Ligas, de todas las nacionalidades, quienes mostraron un marcado desinterés por jugar en el Clásico.

A esto habría que añadirle la intransigencia, el egoísmo y el desmedido afán mercantilista de los dueños de los equipos de Grandes Ligas, muchos de los cuales no son conocedores de este deporte, sino "niños egresados de las universidades, capaces únicamente de administrar bien las finanzas de sus respectivos clubes", según expresó un conocido analista.

Fueron ellos los que le negaron el permiso al lanzador venezolano Johan Santana, con el pretexto de estar convaleciente de una lesión ocurrida cinco meses atrás; los que deciden a cuál hora deben entrenar los equipos, los que adecuan los horarios de juego y tratan de convertir el Clásico en una extensión del entrenamiento primaveral. Todo en aras de sus intereses. El béisbol pasa a un segundo plano.

Por estas y otras razones a este deporte le costará trabajo regresar al seno del movimiento olímpico, a pesar de los muchos esfuerzos que hace la IBAF (Federación Internacional de Béisbol, siglas en inglés) para extenderlo a otras regiones.

ESCUELA AMERICANA: ¿DECADENCIA?

Para los cubanos de todas las generaciones que sienten el béisbol como parte de su vida, la escuela americana es la mejor de todas. El gusto por el batazo grande, la jugada espectacular, el pitcheo con predilección por el ponche son parte de nuestra idiosincrasia.

Pero en los últimos años se ha ido imponiendo con fuerza la academia asiática. Disciplina férrea, bateo de tacto buscando la descolocación del adversario, defensa que puede parecer rutinaria aunque resulta efectiva, lanzadores mecanizados en sus movimientos con un amplísimo pensamiento táctico… A la improvisación latina han opuesto el método, a la picardía característica de nuestros pueblos enfrentan la proverbial paciencia asiática. Nos guste o no, les ha dado resultado. Campeones olímpicos, bicampeones del Clásico, bicampeones mundiales juveniles. Copiar será siempre tarea de tontos. Tomar del adversario lo mejor, y sacarle provecho, es de sabios.

(SIGFREDO BARROS/GRANMA)

 


La pelota nos invita a pensar en ella

 

Un análisis de nuestro béisbol tras el II Clásico Mundial, pasa, primero, por desterrar todo sentimiento derrotista y cualquier atisbo de crisis ante el revés, solo así podríamos alcanzar la objetividad imprescindible en los necesarios debates que han de producirse entre los que tienen la importantísima misión de velar por el desarrollo de este deporte, que para nuestro país, no es uno más.

Subrayamos importantísima misión, porque la pelota, como la llamamos en buen cubano, es más que un juego, es identidad nacional, es como el café, el son, el tabaco y la caña, nos distingue en el mundo, forma parte de nuestra cultura, expresa valores sociales, dispara los estados de ánimo, lo mismo hacia arriba que hacia abajo.

Son estas las razones por las que el enemigo no ceja en el empeño por debilitarla. Fue ella la que marcó, en 1962, el fin del deporte profesional en Cuba, cuando triunfó la pelota libre sobre la pelota esclava; y sabe que si la flagela, si consigue las deserciones que a diario persigue dentro y fuera del país, le hace daño a una de las grandes conquistas de la Revolución y a su pueblo.

No por gusto buena parte de lo que se lee hoy en Internet, a propósito de la eliminación de Cuba en la segunda fase del Clásico Mundial, es el regocijo de quienes llevan años de deseos frustrados porque no han podido ver caer esta obra social, que no tiene parangón en la historia.

Tan importante es la misión de los que tienen que ver con el desarrollo de la pelota.

Por eso esta convocatoria al análisis obligatoriamente se tiene que iniciar por lo que hacemos diariamente.

Habría que decir que Cuba tiene el potencial para vencer en el Clásico y en cualquier otro torneo, eso es una realidad. Cuenta con el universo humano y con una fuerza científica capaz de lograrlo. Qué nos falta, trabajar duro, como expresó Raúl el 24 de febrero del 2008, de forma organizada y sistemática, renovándose constantemente, comprendiendo lo que significa que millones de compatriotas tienen en un triunfo o simplemente en un jit un increíble momento de realización, de orgullo.

Si vamos al Clásico para saber lo que nos faltó, los árboles no nos dejarían ver el bosque. Revi-semos entonces desde las categorías inferiores (su preparación técnica, táctica, teórica, física y psicológica), hasta la Serie Nacional, pasando por la estructura de esta, y por las condiciones en que desarrollamos la pelota en todos los niveles para buscar la profundidad en el análisis.

ESTAS SON SOLO ALGUNAS IDEAS

No pudiera un artículo periodístico cubrir todas las aristas beisboleras, por eso invitamos a pensar en algunas ideas.

Cómo alcanzar un certero pitcheo internacionalmente (entiéndase control de los lanzadores, en la mayoría de los casos por debajo de los bateadores), si a la mitad de nuestro torneo (45 desafíos), el promedio de bases por bolas rebasaba las ocho por encuentro, exactamente 8,40. Si vimos a nuestros bateadores tirarle mal o desesperados a no pocos envíos, es porque en casa también lo hacemos. Si no encontramos variantes dentro del juego para producir, es porque no la ponemos en práctica durante 90 choques que tiene el campeonato nacional.

Podemos llegar con una buena preparación, es el caso de este Clásico, pero arribamos sin oficio, pues muchas veces en la propia Serie Nacional no es necesario utilizar las mencionadas variantes ante la disparidad de calidades de los equipos.

Mucho se habla de elevar el techo de la pelota cubana de cara al nivel que enfrentamos hoy, pero subirlo no ha de traducirse en el trillado camino del sur al norte, de la migración deportiva, sino en contar con un certamen a domicilio que se precie por su fortaleza, fíjense si es así, que cada vez que queremos demostrar la valía de un jugador, invocamos el torneo donde juega, bien en las Grandes Ligas de Estados Unidos o en las de Japón, las otras (México, Venezuela, República Domini-cana, Puerto Rico y hasta en el propio territorio norteamericano), llevan el dejo de "… son consideradas doble A o triple A".

Ese techo lo podemos poner tan alto como seamos capaces noso-tros mismos. ¿Son 16 la cantidad de equipos que podemos tener en un primer nivel de béisbol en un país de apenas 11 millones de habitantes? Los sudcoreanos cuentan con una lid de ocho escuadras y son 49 millones, los japoneses tienen 12 y son 120 millones, y Estados Unidos, 28, con 300 millones. En las tres se juegan más de 110 encuentros. Proporción a un lado, si dividimos los 16 elencos en dos, ocho en una primera división e igual en una segunda, donde los dos últimos bajen y los dos primeros suban, como ya lo tuvimos, estaríamos poniendo un techo o una varilla a pasar, porque a nadie le gusta ser de segunda categoría, y menos en la pelota.

Pero, además, concentraríamos la calidad, sin reducir la cantidad de choques, los juegos tendrían más rigor, habría que superarse, cada día, crear en el partido, pues el contrario sería siempre más exigente, con lo cual le daríamos "altura a la azotea" y brindaríamos un mejor espectáculo, que sí es proporcional a la calidad del juego.

NIÑOS Y JÓVENES, PIEDRA ANGULAR

Lo que dejemos de hacer en las edades tempranas, lo que no enseñemos o violemos, el tiempo se encarga de ajustarle las cuentas. No pocos de nuestros peloteros llegan a la Serie Nacional con carencias técnicas muy difíciles de corregir. Las lagunas tácticas son también visibles, incluso, hasta en el orden teórico, si no cómo explicar la cantidad de movimientos ilegales que le decretaron a nuestros lanzadores en el Clásico.

Es decisivo que las autoridades deportivas corran con lo que se necesita en esas categorías (uniformes, implementos, instalación) para evitar malformaciones en el desenvolvimiento de esos muchachos. Hay padres que participan más, de buena fe incluso, para el colectivo, por ejemplo, ayudando al corte del césped del campo o colaborando con algunos implementos, porque tienen más recursos, y entonces el hijo es titular en el equipo, hay que ponerlo, porque como decimos en el argot, es el dueño del bate y de la pelota. ¿Cuánto daña a un niño verse excluido por esta o cualquier otra razón?

Hay que jugar más en las edades juveniles, tenemos un campeonato en esa categoría muy corto, y a nuestro juicio poco estimulado, expresión de lo cual son la baja calidad del vestuario, de terrenos y otros aseguramientos.

En esta clasificación es aún más importante y decisiva la figura del entrenador, no solo para enseñar los fundamentos del juego, sino también como educador. Aquí se adquieren los rasgos volitivos, si el preparador no lo consigue, por mucho talento que tenga el atleta, no los alcanzará después en una categoría superior, entiéndase equipo nacional. En ese sentido también hay deudas.

Y DE LA EXPERIENCIA DEL CLÁSICO

Dos puntualizaciones. Es un torneo de mucho nivel, como la Copa del Mundo de fútbol. Cuando un certamen como este pasa de las preliminares, los partidos enfrentan a contrincantes de elevada calidad, con las mismas opciones de triunfo, solo que en caso de derrota, hay que caer con el mejor juego, no mostrándose inferior.

Y segundo, somos de la opinión de que a Japón o Sudcorea no se le puede ganar a batazos, hay que jugar más parecido a ellos, como dijera Rollins, el tercer bate de Estados Unidos, que salió de 4-4 en la derrota de su equipo el pasado domingo ante la plantilla nipona: "Juegan muy seguro, a ellos no les preocupa sacar la bola del parque, sino anotar". Nosotros tenemos un ejemplo en Cuba, el equipo Villa Clara en los últimos siete años es el que más juegos ha ganado y coincidentemente a falta de fuerza, es el que más parecido juega a los asiáticos.

Los especialistas y sobre todo nuestro pueblo, tendrán más y enriquecedoras opiniones. Nutrirnos de ellas y, hablando en términos beisboleros, coger bien las señas que nos han dado las reflexiones del compañero fidel, nos permitirá cambiar lo que tenga que ser cambiado para retomar el camino de los campeones.

(OSCAR SÁNCHEZ)

(TOMADO DE GRANMA)