Invasores en ecosistemas cubanos

Invasores en ecosistemas cubanosLa discusión sobre las Especies Exóticas Invasoras (EEI) será el punto clave en las conversaciones en torno al 22 de mayo, Día Internacional de la Diversidad Biológica.
   
Tratado como un tema de alta importancia, la Organización de Naciones Unidas decidió convocar al debate en cuanto a la introducción de flora y fauna extranjera, como una de las principales causas de extinción de ejemplares nativos.
   
Este fenómeno está considerado por el Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB) como una amenaza mayor al bienestar ecológico y económico de la sociedad y el planeta, pues desde el siglo XVII estos animales, vegetales, virus y bacterias han contribuido a casi un 40 por ciento de la extinción de organismos con causa conocida.
   
En Cuba, el Ministerio de Ciencia Tecnología y Medio Ambiente nombra especie exótica a aquella “que se encuentra en una zona ajena a su ámbito natural históricamente conocido, como resultado de una dispersión intencional o accidental, debido a actividades humanas”
   
Aunque algunos han podido llegar a la Isla sin la ayuda de los hombres, como es el caso del pájaro Monjita y su periplo por las Antillas hasta tierras cubanas; otros han sido introducidos con premeditación.
   
Entre estos podemos encontrar diversos tipos de insectos para el control de plagas, algunas plantas ornamentales y animales para la caza –denominados cinegéticos- como el venado o el faisán.  
   
El caso de los anteriores no representa una amenaza para los especimenes nativos, sin embargo,  los hábitos de los hurones o mangostas preocupan a estudiosos del país.
   
Importados hacia 1880 con el objetivo de combatir a las ratas, estos predadores diurnos no fueron remedio eficaz para los roedores nocturnos, por lo cual comenzaron a cazar a presas como la paloma perdiz, especie endémica ya casi al borde de la extinción.
   
Con las plantas resulta lo mismo. Uno de los organismos vegetales más invasivos es el marabú, extendido a todo el territorio nacional, especialmente en la región central.
   
De igual forma, la casuarina, traída desde Australia con el fin de utilizar su madera,  dañó las arenas de las playas y endureció los suelos donde fue sembrada.
   
Ejemplo fiel de la contradicción entre ecología y utilidad económica resulta la claria, de nombre científico Clarias gariepinus, introducida en Cuba hacia 1999 para su cría en estanques de agua dulce y dispersada por las lluvias asociadas a los huracanes Michelle, Isidoro y Lili, en los años 2001 y 2002.
   
Independientemente de su carne exquisita y su alto valor proteico, los científicos cubanos evaluaron de forma preliminar a la biodiversidad amenazada por la proliferación de clarias y se concluyó que puede perjudicar a varios crustáceos, peces, anfibios, reptiles y aves.
   
Entre los grupos de riesgo también se encuentran insectos acuáticos, moluscos e incluso se afirma que estos peces pueden influir en la vegetación acuática al alimentarse de animales herbívoros o consumirlas directamente.
   
No obstante Cuba ya comienza a aplicar estrategias para afrontar estos peligros y dirige acciones para evaluar el impacto ambiental causado por las EEI, como instaurar planes de manejo y control, además de conservar, restaurar y rehabilitar ecosistemas y hábitat en peligro o degradados. (Por Yeneily García/AIN)