26 Julio

Evocación permanente a los mártires del 26 de Julio de 1953

Hace 59 años el grupo de jóvenes, llenos de sueños y nobles propósitos, sin importarles los riesgos a los cuales se exponían, decidieron librar crucial combate por la patria.

Fue el 26 de julio de 1953 cuando aquel destacamento encabezado por Fidel se propuso atacar los cuarteles Moncada, de Santiago de Cuba, segunda fortaleza militar del país, y el Carlos Manuel de Céspedes, de Bayamo.

Aunque el grueso de los moncadistas provenía de la zona occidental de la Isla, también formaron parte de aquella pléyade de jóvenes otro grupo del territorio que abarca la actual provincia de Villa Clara: Abel y Haydée Santamaría Cuadrado, de Encrucijada; Osvaldo Socarrás Martínez, de Santa Clara; Elpidio Sosa González y Roberto Mederos Rodríguez, de Sagua la Grande y Pablo Agüero Guedes, de Caibarién.

Son casi las 12 del día y en esta época el sol provoca fuerte calor, por tanto allí en la ventana que da a la calle de su casa estaba Felicia Socarrás Martínez, cogiendo algo de fresco.

“Soy la hermana menor de Osvaldo Socarrás, quien cumpliría 92 años el 27 de noviembre próximo. Recuerdo la niñez cuando íbamos a la escuela primaria de la calle Máximo Gómez, donde él cursó hasta el quinto grado”, refiere con elocuencia.

“Después, empezó en la barbería para aprender el oficio, pero no le gustó y decidió irse para La Habana a encontrar algún trabajo, pero no había nada, solo logró colocarse como parqueador de autos en los alrededores del parque La Fraternidad”.

Allí conoció a varios revolucionarios con quienes se vinculó, entre ellos los hermanos Ameijeiras, hasta que conoció a Fidel Castro”, precisa Felicia.

Recuerda que pocos días antes del asalto al Moncada fue por Santa Clara y le dijo al padre haber conocido a un hombre con pensamientos similares a los de Martí, refiriéndose al líder del movimiento revolucionario que organizaba la lucha emancipadora contra la dictadura.

Se llevó la foto suya que tenía la mamá sobre la mesita, y cuando ella le preguntó, le respondió: “no te preocupes, después vas a tener muchas más… y se marchó”.

Explica que todos los años asiste a los actos que se realizan la víspera del 26 de julio, frente a la tarja indicativa de la casa donde nació el mártir santaclareño que participó en el ataque al Moncada y fue asesinado por los esbirros de la tiranía después de concluido el combate.

Agrega que también la invitan a la fábrica de refrescos Osvaldo Socarrás, en la ciudad de Santa Clara, donde los trabajadores y organizaciones del centro rememoran la efeméride de su caída.

En el barrio todos la quieren, pues a pesar de sus 90 años, conserva la mente clara y participa con su bandera cubana en las actividades de los Comités de Defensa de la Revolución de su cuadra, que lleva el nombre del hermano.

Por otra parte, Reina Isabel, hermana del heroico combatiente nacido en Caibarién, Pablo Agüero Guedes, caído en combate el 26 de julio de 1953 cuando atacaba al cuartel Carlos Manuel de Céspedes, lo recuerda siempre, aunque por estos días confiesa tenerlo más presente.

A pesar de que los achaques de los años no le permiten salir como antes, se mantiene al tanto de las noticias y junto a Felicia Socarrás, participa en los actos de homenaje los cuales se realizan cada año frente a la tarja que perpetúa la memoria de Osvaldo, el heroico combatiente santaclareño.

Refiere Reina que en Caibarién, se le rinde homenaje de recordación a Pablo Agüero el Día de la Rebeldía Nacional, y que el policlínico de la localidad lleva su nombre.

De su hermano relata iba a cumplir 19 años cuando cayó mortalmente herido en pleno combate y como hacía algunos años que se había trasladado para La Lisa, en La Habana, no supo de él hasta la divulgación de su nombre en la lista de los caídos.

Señala que trabajó como peón de albañil y dada su afiliación al sindicato de la construcción, le permitió vincularse al grupo de jóvenes que participaron en los acontecimientos del 26 de julio en la antigua provincia de Oriente.

Recuerda como gracias al sepulturero de Bayamo se pudo rescatar el cadáver, “junto a la camisa de cuadros ensangrentada que llevaba puesta Pablo el día del asalto”.

Refiere que el hombre hizo contacto con su mamá y lo trasladaron con mucha cautela y riesgo hasta la casa, en la cual residían, donde guardaron la cajita con los restos por varios días hasta darle sepultura.

“A principios de 1959 -comentó- me plantearon si quería irme para La Habana, pero nunca lo hice y permanecí aquí en Santa Clara, donde administré distintos comercios, por más de treinta años, hasta jubilarme”.

Con 91 años de edad Reina Isabel mantiene su mente clara y vive en Santa Clara, junto a su esposo, combatiente de la clandestinidad, orgullosa de sus hijos y nietos, quienes han estudiado y están incorporados a las tareas de la Revolución, por la cual su hermano ofrendó la vida. (Por Eduardo Luis Martín, AIN)