Cultura

Parrandas de Punta Alegre, centenarias fiestas de Cuba

Ciego de Ávila, Cuba. -Las parrandas están consideradas las fiestas populares más antiguas de Cuba, surgieron en la Isla hace unas dos centurias en las ciudades de Remedios, en Villa Clara y Bejucal, en La Habana.

Hoy ese fenómeno sociocultural se ha extendido a 17 territorios cubanos, entre ellos está incluida la central provincia de Ciego de Avila, a donde llegaron en el año 1913 por el poblado pesquero de Punta Alegre, ubicado en el litoral norte. Fue por esa época en que dos hermanos de apellido Lastra residentes en el lugar decidieron dividir el poblado en dos barrios, La Salina y El Yeso, nombre que escogieron por ser los principales renglones económicos que existían en la localidad.

Primeramente, resultaron fiestas modestas y sencillas, pero al paso del tiempos se convirtieron en una de las tradiciones culturales más arraigadas y de amplia participación popular en la provincia avileña.

Este diciembre los puntalegrenses festejan el Centenario de sus parrandas y cada barrio se viste de gala para exhibir con espectacularidad, colorido y elegancia sus dos carrozas, las cuales cada año acapararon la atención de visitantes y lugareños.

Fernando Rey, viejo parrandero muy aferrado a la tradición y coordinador de los jolgorios en Punta Alegre, explicó que los elementos fundamentales de la festividad son la conga, las carrozas y los fuegos artificiales, de ellos depende la calidad del evento.

Las carrozas, un principio clave en la fiesta, tienen un predominio temático en sus construcciones artesanales-escultóricas que reviven mitos, leyendas, personajes históricos, bíblicos o de la literatura universal, con emblemas y símbolos de cada bando.

Hacer una carroza lleva muchos recursos, los principales son madera, puntilla y cartón, aunque se emplean otros materiales de acuerdo a las necesidades del decorador y a la obra que va a representar, señaló Rey.

Con gran esmero y en secreto se construyen, siempre encima de la plataforma de un camión para lograr su movilidad, y por sus grandes dimensiones hay que terminarlas en la calle.

En su fabricación participan artistas aficionados e integrantes de cada uno de los barrios, quienes demuestran sus habilidades y creatividad, con aportes en la carpintería, la pintura y la creación de los vestuarios acorde al tema a exhibir.

La variedad de colores y exuberantes adornos, junto a la excelente iluminación y combinaciones de luces, asombran a los cientos de expectadores que asisten a los festejos.

Orgullo esencial de los integrantes de cada barrio es la carroza, la cual muestra dos manifestaciones del arte: la plástica, con la escenografía, y la representación escénica, con la animación de la historia que presenta.

Muestran un escenario al aire libre, en el que mezclan seres vivos con objetos inanimados, animales que cobran vida y elementos de la naturaleza con sus movimientos, aspectos que la acercan más a la realidad.

Los principales protagonistas de esos magestuosos escenarios andantes son jóvenes y niños, quienes con un porte elegante exhiben trajes típicos acorde al personaje que interprentan.

Importante también en dichas fiestas, es la pirotecnia, tradición legada de los chinos para despedir el año: fuegos artificiales y luces de bengalas llenan el cielo nocturno de un espectáculo incomparable.

Dos semanas antes de comenzar los encuentros entre La Salina y El Yeso , se desarrollan los llamados "changüises", en los cuales predominan las congas -ritmo característico de estas festividades- y la música campesina, comentó Rey

Como instrumentos se emplean la reja y el tambor, aunque últimamente se han introducido tumbadoras, bongoes y tubos de metal, para lograr un toque básico peculiar y mantener el ritmo.

El baile de las banderas, típico de la comunidad de Punta Alegre, surgió en 1934 y consiste en un enfrentemiento entre los emblemas de ambos barrios, a la vez, que un representante del bando va guiando la conga con sus seguidores en un círculo entre la multitud del pueblo.

Los integrantes de cada barrio tienen su música, ritmos, bailes y cantos bien definidos, sólo ellos pueden identificarlos en cualquier distancia que estén.

El día del desfile ambas carrozas, según su comunidad, recorren la principal calle de la ciudad y, en puntos fijos, realizan sus evoluciones para que un jurado dictamine, aunque no exista ganador, pues se entiende que siempre triunfa el pueblo por el disfrute en armonía familiar.

El momento de mayor esplendor es aquel en el que cada barrio expone su carroza al público, acompañada de la conga correspondiente y de sus fuegos artificiales.

Durante las fiestas se ofertan comidas típicas, como pescado frito, enchilado de jaiba y minutas de pescado, alimentos propios de la comunidad marina.

El arte de construir esas gigantescas obras y de colmar el cielo con las luces de los voladores, resultado de la pirotecnia, otorgan un sello propio, distintivo y único a la parrandas de Punta Alegre, pequeño pueblo pesquero, distante a unos 450 kilómetros de La Habana.

Esa tradición con un siglo de existencia constituye un valioso patrimonio cultural de la nación cubana que se hereda de generación en generación.(PL)