Cuba y su política exterior: respeto y entendimiento

Cuba y su política exterior: respeto y entendimientoPor estos días Cuba despliega una intensa actividad a escala de la Organización de Naciones Unidas (ONU), donde convergen discusiones y análisis sobre los más diversos y agudos temas de la realidad mundial.

Uno de ellos versa sobre el principio de la no violencia en los vínculos entre naciones y pueblos, y en la urgencia de privilegiar toda solución negociada y respetuosa para intentar conjurar cualquier diferendo, como debe corresponder a nuestra especie que se autotitula civilizada y racional.
  
Desde luego, la dura realidad es que estas últimas definiciones suelen ser en no poca medida simples ficciones y términos para adornar la más insulsa retórica. Cuestión de simple imagen, como diría alguien inclinado a los asuntos de decoración y afeites.
  
Semejante distorsión proviene de aquellos quienes esgrimen la prepotencia y el menosprecio hacia los demás como modo de vida y la forma de explotar y saquear a diestra y siniestra en provecho propio, no importan los costos que ello implique ni lo deshumanizada de tan agria actitud.
  
Son quienes manipulan y castran los principios de convivencia internacional, esconden pecados y dislates sobre sí mismos y sus íntimos, a la vez que desdibujan y hasta mienten en relación con cada paso de aquellos que estiman sus indeseables oponentes.
  
Son los que privilegian la violencia y la imposición, y hacen del diálogo y el respetuoso entendimiento burdo papel mojado.
  
De ahí que en el seno de la ONU, volviese a reclamar Cuba, junto a otras naciones progresistas, la urgencia de darle total vigencia a la negociación justa y equilibrada, por encima de todo acto de violencia a la hora de enfrentar los entuertos regionales y globales.
  
Es imprescindible la vigilancia eficaz sobre cualquier desmadre y actitud proclive a la agresividad y a la guerra a la hora de dirimir diferencias para que la humanidad deje atrás, de una vez, las horas de horror las cuales en muchas ocasiones ha debido enfrentar a cuenta de ideas locas y ambiciones desbordadas de los poderosos.
  
Thomas Jefferson, a quien al parecer ningún norteamericano pondría en duda, apuntaba que todo poder, si se ejerce de manera incontrolada, termina por convertirse en absoluto, y es evidente: los más reaccionarios conciudadanos de esta figura de la historia de los Estados Unidos asumen la advertencia, pero totalmente al revés.
  
Es decir, si el control y el respeto a las observancias y leyes de convivencia global menoscaban el poder totalitario de los poderosos, entonces lo aconsejable es pasarles por arriba o sepultarlas del todo.
  
Contra esa pretensión que tanto ya ha costado a la humanidad, levanta Cuba nuevamente su voz en el más importante foro internacional para demandar el respeto a los ajenos, y los caminos del entendimiento se conviertan en escalones primarios del comportamiento global, pésele a quien le pese. (Por Néstor Núñez, AIN)