Cuando la disciplina social se vuelve el mejor antídoto

Las calles de Camagüey son el reflejo de la preocupación de muchos por cuidarse del nuevo coronavirus; a cada paso me encuentro personas usando nasobucos, saludando de lejos y lavándose las manos en cada local al que entran. Pero, lamentablemente, hay quienes hacen oídos sordos a lo que por las más disímiles vías se orienta, y nos ponen en peligro a todos.

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