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Demuestran científicamente por qué el estrés produce canas

Peinar canas no solo es cosa de la edad. Amén de posibles explicaciones genéticas, la rapidez con la que el cabello se vuelve blanco puede responder al estrés que hemos soportado durante un determinado período de tiempo.

Cuenta la leyenda que la reina María Antonieta perdió completamente la coloración del cabello durante los meses que estuvo recluida en prisión antes de ser ejecutada. También se dice que la cabellera de Thomas Moore se volvió totalmente blanca mientras esperaba en su celda de la Torre de Londres la llegada de su ajusticiamiento.

Sin embargo, mitos aparte, la comunidad científica lleva tiempo preguntándose qué extraño mecanismo causa la decoloración súbita del cabello. Un equipo de neurólogos de la Universidad de Harvard parece haber dado con la respuesta: la culpa la tiene nuestro sistema nervioso simpático, que, ante un episodio intenso y prologado de estrés, dejaría a los folículos pilosos sin melanocitos, las células responsables de la pigmentación del pelo.

Para llegar a esta conclusión, los científicos hicieron experimentos con ratones, a los que expusieron a situaciones de estrés. Descubrieron que cuanto más sufrían, más se resentían las células madre halladas en la base de los folículos pilosos, las cuales se diferencian en otras células concretas, llamadas melanocitos, responsables de la coloración del cabello. El estrés hace que aquellas proliferen a mayor velocidad e intensidad, hasta que llegan a agotarse, lo que acaba dejando a nuestro cabello sin la herramienta responsable de la coloración.

Como el estrés afecta a todo el cuerpo, los científicos tuvieron que ingeniárselas para encontrar el mecanismo específico que provocaba el blanqueamiento capilar. Al principio, el equipo pensó que una situación significativamente estresante podría desencadenar un ataque del sistema inmunitario. Para comprobarlo, inyectaron a los ratones una sustancia parecida a la capsaicina, el compuesto químico que provoca, por ejemplo, que las guindillas nos produzcan irritación. Pero descubrieron que incluso los ratones que a los que habían desactivado el sistema inmunitario acababan con el pelo blanquecino.

Después pensaron que el responsable podría ser el cortisol, una hormona secretada como respuesta al estrés. Pero se dieron cuenta de que aquellos ratones a los que se les había extirpado las glándulas suprarrenales, productoras de esta hormona, seguían tiñendo su pelo de blanco. Después de múltiples pruebas, los investigadores descubrieron que el culpable era el propio sistema nervioso, el cual intentaba compensar las carencias provocadas por lo que interpretaba como una posible amenaza.

Desajuste cromático

El estudio, publicado recientemente en la revista Nature y liderado por la especialista en biología celular Ya-Chieh Hsu, concluyó que el responsable de ese desajuste cromático en el pelo de los ratones era el sistema nervioso simpático, implicado en los denominados “procesos de lucha o huida”. Se trata de una suerte de “mecanismo de ayuda” que se activa cuando nuestro organismo se encuentra con estímulos externos que puedan ponernos en peligro.

Este mecanismo provoca, entre otras respuestas, que en determinadas situaciones adversas nos aumente la frecuencia cardíaca, se nos dilaten los bronquios del pulmón, se nos dilaten las pupilas y nos aumente la presión arterial.

Cuando nos enfrentamos a una situación de estrés, este sistema protector acaba por sobrestimular esas células madre responsables creadoras de melanocitos, responsables de la pigmentación, las cuales se diferencian posteriormente en células pigmentarias especializadas que acaban abandonando el nicho situado junto a los folículos pilosos, lo que deja a nuestro cabello sin su fuente de coloración.

En otras palabras, es como si ante una situación de estrés, nuestro sistema nervioso simpático enviara una señal indicando de que “algo va mal”, estimulando a nuestro organismo para dar respuesta a esa amenaza.

Los investigadores descubrieron que en cinco días el estrés había acabado por completo con la población de células madre productoras de melanocitos. Nuestro organismo no es capaz de reemplazar las células madre, por lo que, cuando estas “se usan”, acaban agotándose, y con ellas, sus funciones (en este caso, la coloración). Además, comprobaron que el estrés ‘inoculado’ en los ratones liberaba un neurotransmisor denominado noradrenalina que acababa agotando esas reservas.

Las razones por las que el estrés tiñe de blanco el cabello son todavía desconocidas. Sin embargo, este estudio se ha convertido en la primera prueba científica que explicaría la relación entre ambos factores. El equipo se plantea realizar más investigaciones que indaguen sobre el papel del estrés en varios tejidos.

“Si descubrimos los mecanismos que hacen que el estrés cause daños en los tejidos humanos y las células madre, estaremos más cerca de encontrar tratamientos que puedan contribuir a revertir los efectos adversos en nuestro organismo”, sentencia la doctora Hsu. Hasta entonces, quizá un buen consejo sea el de tomarnos la vida con más calma. Nuestro cuerpo nos lo agradecerá.

(Tomado de Radio Cadena Agramonte)