Diez mil personas murieron en el 2014 intentando hacerse un selfie
Por Walter C. Medina
Hablar de las ventajas que la telefonía móvil ha traído a nuestras vidas es, a estas alturas, una obviedad. No ignoramos que el móvil es un artilugio útil; sin embargo si reflexionamos, si pensamos en que tanto despliegue de tecnología, tantos años de estudio y esfuerzo de técnicos, ingenieros y diseñadores haya concluido en la proeza de que alguien pueda hacerse una foto a sí mismo, nos daremos cuenta, quizás, de la esterilidad de dicho logro.
Hay quienes consideran que el espanto que el ser humano experimenta frente al aburrimiento es tan intenso, que el entretenimiento es la única forma posible de combatirlo.
Al menos diez mil personas murieron en el mundo durante 2014 intentando hacerse un selfie. Sólo en España, el 38 por ciento de los accidentes automovilísticos -más de 34.000- tuvieron como factor una distracción relacionada con uso del teléfono móvil. Envíos de whatsapp, mensajes de texto, chat y selfies, acabaron con la vida de un buen número de personas; lo cual conduce a pensar que todos los cerebros del mundo son impotentes contra cualquier estupidez que esté de moda, tal como creía Jean de la Fontaine.
La moda por las selfies llega en algunos casos a tal extremo que existen quienes están dispuestos a hacer cualquier cosa por conseguir la autofoto más llamativa, más extraña, más peligrosa y por supuesto más estúpida. Como resultado de estas extrañas conductas que se han extendido por todo el planeta -como si se tratase de una pandemia de idiotez- cada día se produce en el mundo un importante número de fallecidos que dejan, eso sí, una última imagen para el recuerdo, una instantánea a la que sus amigos aprobarán con un oportuno Me Gusta.
(Fragmentos. Tomado de Nueva Tribuna, España)