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Apóstoles de Cuba por un mundo más humano

La Habana, 11 ago.- El ataque de descrédito contra la colaboración médica de Cuba en el mundo forma parte de las acciones predilectas de sus enemigos para estigmatizar una de las más grandes obras humanas surgidas con la Revolución de 1959.

 

Entre las muchas mentiras (fake news) divulgadas contra la isla caribeña, el agravio al personal de salud destaca por su ensañamiento y perseverancia de intentar establecer la matriz de que el gobierno cubano los utiliza como una nueva forma de ‘esclavitud moderna’.

Por estos días en que la maquinaria contrarrevolucionaria dirigida desde Washington condujo al paroxismo las acciones desestabilizadoras para quebrantar el orden constitucional y derrocar a través del ‘golpe blando’ al legítimo Estado cubano, se renovó el ataque.

Esta vez, a través de una carta dirigida al Comité del Nobel por la Paz rubricada por falsas organizaciones defensoras de los derechos humanos, en la cual los firmantes hablan de ‘explotación laboral’ y de supuestas violaciones de derechos y libertades como ‘la separación familiar forzada’.

La misiva considera ‘un fuerte golpe’ a los derechos de esos trabajadores y de la población cubana que el Contingente Internacionalista de la Salud Henry Reeve merezca el Premio Nobel de la Paz como demandan miles de personalidades de todo el mundo.

Las apócrifas organizaciones denominadas No Somos Desertores, Archivo Cuba, Asociación Sindical Independiente de Cuba y el Grupo Internacional para la Responsabilidad Social Corporativa en Cuba invitan, además, a sumarse al documento al personal de salud hayan o no pertenecido a misiones en el exterior y a otros individuos y organizaciones.

Para entendidos, esta embestida contra los médicos y demás personal sanitario de la isla forma parte de la estrategia de guerra no convencional contra la nación caribeña, dirigida a socavar la Revolución y sus más sagrados principios.

Desacreditar la colaboración médica es hacerlo también con su sistema político y las ideas del líder histórico cubano, Fidel Castro, vinculadas con la medicina y su vocación de servicio humanista con los pueblos más necesitados sin importar ideología ni raza.

El propio Fidel decía que ‘(…) no podemos defraudar jamás las esperanzas que han puesto en nosotros millones de personas en el mundo. Nuestra responsabilidad es muy grande no solo con nuestro pueblo, sino con todos los pueblos del mundo (…)’.

En recientes declaraciones, Piero Gleijeses, profesor de la Universidad Johns Hopkins, reconoció que desde los años 60 las misiones médicas de la isla ‘aumentaron la simpatía por Cuba’.

Y, obviamente, la asistencia médica era la ‘parte más eficaz de la ayuda humanitaria cubana en el Tercer Mundo’, subrayó.

Pese a la campaña contra las misiones médicas en el exterior cada día son más las voces de organizaciones, movimientos sociales, sindicatos, parlamentarios, partidos políticos y artistas que se suman al reclamo porque le sea conferido al contingente Henry Reeve el Premio Nobel de la Paz.

Hasta hace pocas semanas la plataforma lanzada en Francia para promover este reconocimiento contaba con cerca de 164 organizaciones de 22 países; y a la campaña ya internacional también se sumaron desde Argentina, Estados Unidos, Grecia, Guatemala, Noruega, Reino Unido y otros muchos países.

En carta al Comité Nobel Noruego, 19 legislados guatemaltecos reconocieron ‘el valioso e incalculable’ apoyo humanitario de los profesionales cubanos de la salud.

Las 90 mil vidas salvadas y la atención a cuatro millones de personas en todo el mundo en poco más de tres lustros, sintetizan la labor de los profesionales sanitarios cubanos, merecedores en 2017 del premio de Salud Pública en Memoria del Dr. Lee Jong-wook, entregado por la Organización Mundial de la Salud.

En estos casi 16 años de creado el contingente Henry Reeve, septiembre de 2005, los más de nueve mil cooperantes, organizados en 71 brigadas, han ratificado lo dicho por Fidel de que ‘más que médicos, serán guardianes de lo más preciado del ser humano, apóstoles y creadores de un mundo más humano’.

(Por Juan Carlos Díaz Guerrero/ Prensa Latina)