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Los otros malecones de Cuba (+ Fotos)

Malecón de La Habana

Quizás sea al más famoso y kilométrico, pero el Malecón de La Habana no es el único de Cuba, donde cada poblado costero -incluso algunos de tierra adentro- tienen el suyo.

En efecto, en Cuba también existen malecones sin agua ni brisas marinas, dos de las características que uno pensaría indispensable en estos concurridos muros de complicidades, relajación e historia.

Nadie osaría cuestionarle la primacía al Malecón por excelencia, el habanero: casi ocho kilómetros bordeando el litoral capitalino lo hacen el banco para sentarse más largo del mundo.

Su construcción comenzó en 1901, y poco a poco ganó tramos antaño intransitables, donde el “diente-perro” (arrecife) y un impenetrable monte costero hacían de muralla natural contra todo posible embate.

La otrora Avenida del Golfo ha sido testigo de todo un siglo de historias públicas y privadas, intensos carnavales y primeros besos, marchas patrióticas y otras luchas no menos autóctonas.

No obstante, otras localidades de Cuba se precian de su malecón, referente geográfico y social de poblados de tradición marinera, cada cual con sus peculiaridades, leyendas y personajes.

Malecón de Puerto Padre

Ahí destaca el malecón del oriental municipio de Puerto Padre, con su insólito pozo de agua dulce, un brocalito enclavado en la bahía altamente salina de la pintoresca Villa Azul.

Malecón de Cienfuegos

A su vez, Cienfuegos se enorgullece de su Malecón de Punta Gorda, un hermoso paseo construido en 1930, donde inevitablemente recalan cada día diversas generaciones en la llamada Perla del Sur.

También tienen sus malecones los poblados de Caibarién, Gibara, Isabela de Sagua, Baracoa y Manzanillo, donde el castigo del sol es compensado con un cóctel de ostiones o una fritada de liseta.

Malecón de Caibarién

Malecón de Caibarién

Malecón de Baracoa

Malecón de Baracoa

Malecón de Gibara

Malecón de Gibara

Malecón de Isabela de Sagua

Malecón de Isabela de Sagua

Malecón de Manzanillo

Malecón de Manzanillo

En el mismo corazón de Cuba, la ausencia de mar no impidió a la ciudad de Santa Clara inventarse no uno, sino dos malecones: uno junto al río Cubanicay y otro aledaño al viejo Teatro La Caridad.

Malecón de Santa Clara

Malecón de Santa Clara

El primero consiste en un extenso pretil entre el río Cubanicay y el barrio El Condado, y el otro es una explanada sobre el nivel de la calle Lorda, que desemboca ante el céntrico Parque Vidal. Algo similar surgió en Alamar, en el cual hay un popular “malecón sin agua” donde converge la juventud, a la sombra de uno de los cientos de edificios multifamiliares de esa lejana barriada habanera. Este gris sucedáneo se antoja un sui generis tributo al malecón de siempre, símbolo de La Habana, pero es también una prueba más de que cuando los cubanos no tienen, inventan.

Por Charly Morales Valido/ Cubadebate