Esencias francesas en el Museo Farmacéutico de Matanzas

Justo en el corazón de Matanzas, una ciudad del  occidente cubano, se respira el aire de Francia.

Y es que al traspasar los umbrales del Museo Farmacéutico, se adentra el visitante en un mundo mágico de frascos, recetas, aromas y esencias medicinales de una auténtica botica francesa.
    
Inaugurada por el galo Ernesto Triolet y su yerno cubano Juan Fermín de Figueroa, el primero de enero de 1882, frente a la Plaza de Armas de la urbe, actualmente parque de La Libertad, y convertida en museo en mayo de 1964, la droguería transmite la sensación de estar viva.
   
Instrumentales, estantes, libros y plantas medicinales están colocados en el mismo lugar donde sus dueños trabajaban.
   
Varias son las salas expositivas. Se inicia el paseo por la botica, con sus estantes pomposos, los gaveteros y el mostrador, ordenado como si aún vendieran medicamentos. Le sigue la rebotica, con la mesa dispensarial, repleta de  equipos para preparar pastillas u óvulos vaginales, y un enorme libro de registrar las recetas. A continuación,  los almacenes de frascos y esencias. Finalizando el recorrido en el patio, donde está el laboratorio, con las máquinas que parecen listas para ser usadas.
    
Triolet, su fundador, supo dotarle de fama universal, en los albores del siglo XX. Gran conocedor de los principios activos de las plantas. Exportaba medicamentos a España, Francia y Estados Unidos. Legó decenas de recetas de medicinas de base natural y 11 de ellas fueron premiadas en la famosa Exposición Universal  de París en 1900, y obtuvo una Medalla de Bronce, poniendo el nombre Cuba, en el mapa de la farmacología universal. El Jarabe Café Compuesto para el asma y la tos, un remedio para la caída del cabello y otro para los callos fueron algunos de los productos llevados a la Ciudad Luz.
   
La farmacia de Triolet marcó época. Muy reconocida en la Isla por la seriedad en la preparación y presentación de los medicamentos, mantuvo un comercio muy activo con el territorio galo, aunque también venían productos de Alemania, Italia, China y Estados Unidos.
   
Pero no solo en su trabajo es visible la huella de la nación europea. Una gran colección de envases de porcelana de Sevres  se exhibe en sus estantes.  Piezas muy antiguas, algunas decoradas a mano con polvos de oro, son únicas y de mucho valor.
   
Esta Botica Francesa, única de su tipo que se conserva en el mundo, es famosa a nivel internacional por el tesoro que duerme en su interior. Allí se conservan intactas casi cinco millones de piezas, exhibiendo los secretos de la farmacia  de finales del siglo XIX y la primera mitad del XX.
   
Acomodados en anaqueles permanecen miles de frascos de cristal mandados a hacer para este lugar. Además, se muestran,  los frontones, dos frascos inmensos, con función ornamental, de cristal de Bohemia; también conocidos como “Ojo de boticario”.  Ambos son piezas únicas, toda vez que sus dueños compraron la exclusividad del diseño.
    
La bibliografía farmacéutica enriquece este tesoro. Libros de recetas con más de un millón de formulas originales a base de sustancias naturales se conservan en ese recinto yumurino. A los cientos de ejemplares únicos de farmacia, se suman otros de ciencias como la medicina, la química o la botánica en varios idiomas,  tales como el español, inglés, francés y alemán.
    
El millón de visitantes que ha recorrido las salas del Museo Farmacéutico Ernesto Triolet, Monumento Nacional en 2007 y Premio Nacional de Restauración en 2008,  desde su fundación en 1964, han apreciado en este maravilloso lugar, instrumentos y productos en perfecto estado de conservación. Allí todavía es posible leer  un cartel que promociona al tópico Triolet, como un remedio infalible para  los callos.(AIN)