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Fuera de Cuba: ¿Dónde encontrar un delegado o delegada?

Fuera de Cuba: ¿Dónde encontrar un delegado o delegada? Un científico cubano, un excepcional profesional pueden ser delegados del Poder Popular en Cuba, lo mismo que un campesino, obrero, joven estudiante o trabajador destacados; una  sencilla ama de casa o experimentado jubilado: el pueblo propone y elige cuando levanta la mano mayoritaria en las asambleas de nominación, primero, y después, mediante el voto secreto y directo en los sufragios.

En 34 años del Sistema Electoral Cubano ha sido así y, desde entonces el delegado, es eslabón fundamental del gobierno y el pueblo, sin percibir un centavo por ello ni abandonar su profesión que desempeñaba en el momento de ser reconocido por sus vecinos.

¿Qué valores priman para ser delegado o delegada? Un profundo contenido ético, cívico y educativo, sin preferencia alguna sobre los demás.
Se proponen y eligen por la capacidad para representar a los electores que distinguen en él o ella méritos sociales y personales sobresalientes entre los mejores.

En las actuales comicios parciales en marcha y en todos los celebrados hasta la fecha, la posición social, económica, el género, el color de la piel o la religión, la edad, después de cumplido los 16 años,  no determinan, porque es, precisamente, ese mosaico de caracteres iguales y diferentes los que nutren la nacionalidad cubana, aunque en común predominen los principios de humanidad, de independencia, de internacionalismo y antiimperialismo proveniente de las enseñanzas de Martí, quien vivió en el monstruo y conoció sus entrañas.

Como el Partido Revolucionario Cubano del apóstol, fundado en los Estados Unidos en 1892 para continuar la lucha necesaria por la definitiva independencia de la Patria, el Partido Comunista de Cuba, no participa en las elecciones: ni postula ni elige. Sus miembros, al igual que los de las Fuerzas Armadas  Revolucionarias y del Ministerio del Interior, son vecinos cotidianos en las circunscripciones y como todos los ciudadanos del país, pueden proponer y votar, ser nominados o seleccionados en las urnas para integrar las demarcaciones de gobierno. Pueden y de hecho, muchos los son: Delegados o delegadas del gobierno en las diferentes instancias del poder Popular.

Respetar, admirar y apoyar al delegado o delegada, es lo máximo que él o ella pretende ganar con sus resultados de engranaje principal pueblo-gobierno y viceversa. Él o ella, es génesis del poder de todos, que encauza y rinde cuenta a partir de su escaso tiempo “libre”, sin percibir salario adicional, prebenda alguna por la gestión social que desarrolla a cualquier hora y lugar, incluso, a costa de su privacidad: porque la puerta de la casa de este genuino representante del pueblo, es un constante “tun –tun” de consultas y gestiones de toda índole (hasta asuntos íntimos matrimoniales), lo cual demuestra confiabilidad y verdadero protagonismo democrático.

¿Todos son eficientes? ¿Todos reciben el apoyo de sus administraciones  cuando el tiempo extra no les alcanza para atender a sus electores? ¿Todos se ven respaldados por quienes los eligieron?

No, nada es perfecto y hacia ese perfeccionamiento del Sistema Político Cubano se avanza cuando cada dos años y medio se realizan las elecciones parciales  para delegados a las asambleas municipales del Poder Popular y cada un lustro para delegados a las asambleas provinciales y diputados al Parlamento Cubano, donde se renuevan o ratifican los candidatos a voluntad popular.

El próximo 24 de marzo, concluye el proceso de nominación de candidatos para los órganos locales de Gobierno, en el cual hasta el más modesto delegado de circunscripción tiene el derecho constitucional de ser propuesto y elegido para presidente o vicepresidente de la asamblea municipal del territorio cubano al que pertenece.

Para cualquiera que no sea criollo de esta Isla, le será muy difícil comprender estos sistemáticos referendos  populares; creer, que se hacen a la nitidez del sol caribeño, que no medie el interés personal, el enriquecimiento monetario, el privilegio y las ofertas vergonzosas a costa de las necesidades sociales, como lo fue, aquí en Cuba, antes de 1959; sin embargo, sucedió más de medio siglo de  conscientes transformaciones sociales y económicas imposibles de olvidar, que borraron con mucho trabajo, sudor y resistencia frente al reactivado imperio, el pasado oprobioso que, con tanta anticipación y conocimiento, nos advirtió José Martí, el primer delegado de Cuba, porque vivió en sus entrañas.(Por: Rolando Sarmiento Ricart / Foto: Rodolfo Blanco Cué).