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Lecciones de amor y gratitud en la Vocacional de Camagüey

La incertidumbre y el miedo son sentimientos que solo disminuyen con apoyo y comprensión. El reloj marca lento las horas cuando te conviertes en un sospechoso por ser contacto de un positivo a la COVID-19.

Los días en un centro de aislamiento son psicológicamente muy difíciles, aunque por fortuna la camagüeyana Doris Álvarez, su papá y su hijo, se sintieron protegidos y muy bien atendidos por esa familia grande, como escribe en su carta de eterno agradecimiento.

Estuvieron durante tres días en el Centro Mixto Máximo Gómez Báez, del que guarda con regocijo los años de estudios y donde jamás imaginó volver como paciente.

“Cuando llegamos  a la “Vocacional”- como más se le conoce-,  fuimos atendidos de manera excelente por los profesores de ese lugar. Algunos fueron mis alumnos, otros compañeros de estudio o trabajo y otros profesores de mi hijo; todos con un amor infinito y una entrega total, desafiando cada día el peligro y ayudando sin reparos”, escribió Doris.

Según sus propias palabras, le conmocionó en lo más profundo el ánimo que recibió todo el tiempo, el resultado negativo del examen de Reacción en Cadena de la Polimerasa (PCR), el boleto de vuelta a casa pero, sobre todo, el amor tanto del personal médico como de los docentes que apoyan allí quienes lograron que, al partir, el alma fuera más llena de gratitud y admiración hacia ellos.

“Estos profesores se convirtieron en elaboradores de alimentos, cuidadores, enfermeros, y merecen ser ubicados en el Sitial de Honor del centro, para que cuando pasen los años los estudiantes conozcan sus historias y sepan hasta dónde la grandeza de un maestro puede llegar”.

Roylan, María, Mirielpis, Joaquín, Alberto, Katia, Leonel y Eduardo eran sólo algunos de los nombres que se escuchaban por la radio base de la institución como una forma de reconocimiento y estímulo, recuerda Doris.

A ello se suma el agradecimiento de esta camagüeyana que, de modo sencillo y franco, enaltece a quienes dejaron tizas, borradores y libros para aprender de cocina, de limpieza, ser un poco madres, amigos, psicólogos, mejores seres humanos y convertirse en surtidores de amor, porque a ese sentimiento no hay pandemia que pueda vencer. (Fotos: Humberto Cid/Radio Cadena Agramonte)(Por Dayessi García Sosa/ Radio Cadena Agramonte)

María del Carmen Martínez Alarcón (profesora)

“Sabemos que las personas llegan aquí en condiciones difíciles en el orden psicológico y es importante que los pacientes estén tranquilos durante el tiempo que están con nosotros. Siempre ansían que entremos a los cubículos para decirles Buenos días, ¿cómo están? Para este tipo de centro lo más importante es la dosis de amor”.

Roylan Soto Velázquez (profesor)

“Hay que trabajar mucho, directamente con los pacientes. Al principio uno siente el miedo pero luego se asume la responsabilidad y sabemos la importancia de nuestro trabajo. Los médicos son valientes pero nosotros también”.