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A «barrer» el mar

De las 288 millones de toneladas de desechos plásticos que se producen en el mundo cada año, el diez por ciento llega al mar. En otras palabras, actualmente hay un promedio de 13 000 piezas flotantes de este material por cada kilómetro cuadrado de océano, y en zonas críticas se incrementa hasta un millón de fragmentos.

Fue con esta premisa que el joven holandés de 21 años, Boyan Slat, se propuso hacer un plan para limpiar los océanos. Un ambicioso propósito que —afirman algunos expertos— podría estar cada vez más cerca de concretarse.

The ocean cleanup project

En los últimos 30 o 40 años, millones de toneladas de plástico se depositaron en los mares. El 80 por ciento se cuela por los desagües, llegan a los ríos y finalmente alcanzan el océano, recuerda el sitio www.theoceancleanup.com.

Las corrientes marinas arrastran los plásticos, que se congregan en cinco sistemas conocidos como remolinos. El más famoso es conocido con el nombre de «Gran mancha de basura del Pacífico», localizado entre Hawai y California.

Teniendo en cuenta que los pedazos de plástico no están fijos en un punto, sino que giran por acción de las corrientes, extraerlos del agua se vuelve aún más complejo.

La idea de revertir esta situación le llegó a Boyan Slat a los 16 años, buceando en Grecia. «Vi más bolsas plásticas que peces», relata en su sitio web www.boyanslat.com. En concreto, su propuesta es que el océano acumule por sí mismo la basura que nosotros tardaríamos años en aglutinar y extraer.

El proyecto, bautizado como The Ocean Cleanup Project, consiste en atrapar la basura con unas barreras flotantes en forma de «V», que permanecerán ancladas en el fondo del mar.

Las barreras se colocarán de forma estratégica en algunas zonas del Pacífico Norte. Estas serán capaces de acumular hasta 65 metros cúbicos de materiales tóxicos al día, que serán transportados por las mismas corrientes marinas. Luego una plataforma conectada a las barreras, que trabaja con la energía solar y las olas, succiona los restos, y un barco los extrae y lleva a tierra cada 45 días.

El primer paso del proyecto es hacer un mapa para evaluar la posición exacta de la basura. Para componer este plano de la contaminación, Slat ha reunido una flota de 30 barcos que recorren actualmente las aguas entre Hawai y la costa oeste de Estados Unidos, para cuantificar la presencia de residuos a lo largo de 3,6 millones de kilómetros cuadrados, según The Ocean Cleanup, la fundación que él mismo preside.

Los primeros barcos, que partieron el día 2 de agosto desde Honolulu, llegarán a San Francisco el 23 de este mes. Si la expedición tiene éxito habrá «recogido más datos en tres semanas que en los últimos 40 años», afirman los responsables.

Al decir de la agencia EFE, en cinco años el Giro del Pacífico Norte podría reunir los siete millones de toneladas de plástico que se estiman habrá para el 2020.

Las corrientes oceánicas podrían circular libremente por debajo de las barreras, trasladando libremente en ellas a los animales marinos. Los plásticos recolectados podrían reciclarse para crear otros productos.

 

La ¿utopía?

Hasta hace muy poco, limpiar el plástico de los océanos se consideraba una tarea irrealizable.

Los expertos estimaban que, si se empleaban barcos para recolectar la basura, se tardaría 79 000 años en descontaminar las aguas, y con un costo de decenas de miles de millones de dólares. No obstante, al parecer la invención de Slat podría retirar la mayoría de los residuos de la gran mancha de plásticos del Pacífico en solo diez años.

Para hacer realidad su idea, el joven holandés decidió abandonar los estudios de Ingeniería Aeronáutica a los 19 años. Fue así que fundó en 2013 The Ocean Cleanup, que cuenta con unos 25 empleados y más de cien voluntarios.

El estudio, respaldado por la ONU, fue publicado en junio de 2014, con la ayuda de casi un centenar de científicos e ingenieros que se sumaron a su causa.

Al principio hubo problemas financieros. «Era descorazonador, nadie estaba interesado. Llegué a contactar con 300 empresas en un día en busca de patrocinadores y solo una respondió… negativamente», recuerda Slat. Pero todo cambió tras su aparición en la popular web de difusión de ideas TEDxTalks, donde pronunció la conferencia «Cómo los océanos pueden limpiarse a sí mismos».

Su charla tuvo un fulminante éxito, que derivó en un apoyo de 2,2 millones de dólares (1,8 millones de euros) de 38 000 patrocinadores procedentes de 160 países.

Dos meses después, las Naciones Unidas reconocieron la labor de Boyan Slat y le otorgaron uno de los galardones Campeones de la Tierra.

Actualmente, el joven trabaja en la construcción de los primeros cien kilómetros de barrera flotante en el Pacífico. Según The Oceans Cleanup, los dos primeros kilómetros empezarán a funcionar en aguas japonesas en 2016.
Puntos débiles

Como era de esperar, la idea de Slat generó gran entusiasmo entre el público, pero también una ola de críticas.

Uno de los puntos débiles que señalan algunos es que el plástico no solo flota en la superficie sino que se halla también en toda la columna de agua, e incluso en el fondo del mar.

«Puedes ir a un lugar nunca antes explorado, al confín de la tierra, y te das cuenta de que la basura llegó primero», declaró a la BBC Kerry Howell, investigador de la Universidad de Plymouth, en Reino Unido.

Otros cuestionan si esto debería ser una prioridad o si deberíamos enfocarnos en otros problemas. «Creo que es una tontería concentrarse en metodologías para sacar el plástico de los océanos cuando en realidad deberíamos evitar que lleguen hasta allí», opina Richard Thompson, de la Universidad de Plymouth.

«Si tuviese dinero para invertir en buscar una solución al problema, emplearía el 95 por ciento en tratar de hallar una forma para evitar que el plástico llegue al océano. Claro que sería ideal encontrar cómo quitarlo de allí, pero no debemos engañarnos. Es como tratar de secar el piso del baño con un trapo mientras dejamos los grifos de la bañera desbordada completamente abiertos», ahondó.

En aras de hacer frente a las críticas, Slat elaboró un informe de viabilidad de 530 páginas. Su investigación, que realizó de forma conjunta con más de 70 ingenieros y científicos, está basada en pruebas extensas y modelos de simulación por computadora, expresa.

Quienes temen una posible afectación al ecosistema marino no deben preocuparse, insistió Slat. Las persianas que conforman el sistema de limpieza tienen unos cien metros de envergadura por tres de profundidad. Esto permite que la vida por debajo de ellas siga su curso y, en teoría, no debería dañarla.

El único inconveniente del proyecto que sí no se ha podido resolver es que no será útil para recolectar las pequeñas partículas plásticas que son ingeridas por los peces.

No obstante, aún con los inconvenientes, la idea podría ser de mucha utilidad para eliminar los trozos de basura de tamaño significativo.

Muchos de estos residuos acaban siendo ingeridos accidentalmente por animales marinos que pueden llegar a perecer.