Nobel de medicina 2012. De madre las células del Nobel

La Habana. – Es muy probable que en pocos años sea posible curar algunas enfermedades degenerativas, hoy día sin remedio.

Y esto no es una afirmación apoyada sólo en la confianza que otorga el avance de las ciencias durante los últimos 200 años. Me viene a la mente por el reconocimiento que "los suecos" acaban de hacer a los trabajos pioneros sobre células madre realizados por John B. Gurdon y Shinya Yamanaka.

Ambos profesores fueron galardonados con el Premio Nobel de Fisiología o Medicina 2012 por su descubrimiento -independiente uno del otro- de que las células maduras pueden ser reprogramadas para convertirse en pluripotentes -capaces de generar todos los tipos de líneas celulares- , avance que revolucionó completamente la comprensión de cómo los organismos se desarrollan.

DEL HUEVO A LA ESPECIALIZACIÓN

Todos nosotros hemos crecido a partir de un minúsculo huevo de mamá fertilizado por papá, el cual, por pocos días, consiste en un puñadito de células, todas iguales, llamadas células madre pluripotentes. A partir de ellas se desarrollan las que formarán todos los componentes del organismo adulto, ya sean músculos, riñones, hígado, cerebro o retina.

El viaje, desde las células inmaduras hasta las especializadas, ha sido considerado desde siempre sólo como de ida. A saber, una vez alcanzada su madurez, una célula -o grupo de ellas- no podría regresar nunca más al estadio anterior, pluripotente.

Tan afianzada estaba esa idea -paradigma, como les gusta definir a los epistemólogos- que su desmentido científico ha merecido la atención del comité Nobel, aunque con algo de retraso en el caso de Gurdon, pero mas vale tarde…

Hace medio siglo Gurdon hipotetizó que su genoma -de humano adulto- podía contener aún toda la información necesaria para regenerar las células especializadas.

Para probar o refutar lo que le intuía, en un experimento ahora clásico reemplazó el núcleo celular inmaduro de un huevo de rana por el de una célula intestinal madura de ese batracio. El huevo modificado se desarrolló como un renacuajo normal, en lo que de hecho constituyó la primera clonación de un vertebrado, evidenciándose así que el ADN de la célula madura aun conservaba en su totalidad la información necesaria para desarrollar todas las líneas celulares presentes en una rana.

Cuatro décadas más tarde, en 2006, Shinya Yamanaka descubrió la forma en que células maduras intactas -fibroblastos de piel de rata- podían reprogramarse para convertirse en células madre inmaduras mediante la introducción de sólo cuatro genes.

Las células madre pluripotentes inducidas (iPS) que logró eran capaces de desarrollarse como diferenciadas, ya fuera en nuevos fibroblastos, o células nerviosas.

FUTURO PROMETEDOR

Además de los nuevos conocimientos en biomedicina que constituyen, esas investigaciones brindan prometedoras herramientas para investigar enfermedades, y, en un futuro, tratarlas.

Por ejemplo, células de un paciente con determinada enfermedad pueden ser reprogramadas en el laboratorio para ver en que medida se diferencian de las sanas, y así entender mejor los mecanismos celulares que dan lugar a esas afecciones.

El evidente objetivo final sería el desarrollo de novedosas terapias, incluyendo, aunque para más adelante, la tan añorada medicina regenerativa para afecciones como el Parkinson o la diabetes, y, probablemente, hasta para las temidas lesiones espinales.

En esa dirección los trabajos de Yamanaka resultan sumamente valiosos, pues además de evitar el problema de los rechazos ante trasplantes de órganos o tejidos, soslayan la manipulación de embriones humanos, que provoca encendidos cuestionamientos ético-morales.(PL)