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Al rescate de los anfibios

Al rescate de los anfibiosVitales en el equilibrio ecológico, los anfibios constituyen en la actualidad una de las clases de vertebrados más vulnerables al cambio climático, con un 39 por ciento de su población afectada.

La etimología del nombre de ese grupo de vertebrados significa amphi (ambos) y bio (vida), o sea, ambas vidas o medios, característica esencial en su formación que condujo a su adaptabilidad al ambiente.

Diseminados por todo el planeta pero ausentes en las regiones árticas y antárticas, entre los sitios con mayor biodiversidad se encuentran las zonas tropicales, sobre todo las del continente americano.

Pérdida de hábitat a causa de fluctuaciones de temperaturas, factores asociados al cambio climático y las infecciones por hongos figuran entre las principales causas del declive de sus ejemplares.

Desde hace unos años la comunidad científica alertó sobre este hecho, sin embargo, ahora estiman que el fenómeno previsto se acelera y algunas de las subclases y especies pudieran desaparecer antes de lo pensado en regiones de América central, el norte de Suramérica y la Amazonía.

Una reciente investigación centrada en la evaluación de la fortaleza de esos tres peligros mencionados, indica la rápida extinción de esos animales.

Los anfibios presentan una piel muy sensible y necesitan ciertos niveles de humedad para sobrevivir y reproducirse. Cualquier cambio en este sentido puede tener un impacto negativo, explicó el académico danés Christian Hof en una reciente investigación, que publica Nature.

Es preciso entender los peligros que enfrenta la especie para lograr su supervivencia. Este es uno de los mensajes más importantes de nuestro trabajo, señaló.

Los investigadores siguen de cerca además una de las infecciones por hongo que más afectan a los anfibios. El Batrachochytrium dendrobatidis (Bd), que produce quitriomicosis, constituye la principal causa de la desaparición de varias especies de ranas en Colombia, el segundo país con más biodiversidad de esos animales.

Alojado en la piel de las ranas, al recubrirlos impide la hidratación e imposibilita la absorción de líquidos hasta lograr su muerte. También afecta su respiración, obstaculiza la excreta y les produce parálisis, explican los especialistas.

Proveniente de África, el Bd llegó a América mediante el tráfico ilegal de animales como peces o sapos y después pasó a Centroamérica, donde afectó a casi un 80 por ciento de las ranas de montaña y extinguió una decena de especies de anfibios, subrayan los medioambientalistas.

Investigaciones previas de colegas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), llamaron la atención sobre la desaparición del sapo dorado (Incilius periglenes), abundante en Costa Rica, pero poco vistos desde 1989, a pesar de liderar las campañas de promoción de la biodiversidad del país centroamericano.

No obstante, la incesante búsqueda de animales en peligro por grupos a nivel global proporcionó ya los primeros beneficios para el equilibrio ecológico del planeta.

Una salamandra mexicana y dos especies de ranas de África occidental figuran entre los primeros anfibios hallados por una misión científica encargada de la exploración de cien especies extintas.

La rana Omaniundu (Hyperolius sankuruensis) de la República Democrática de Congo, vista por última vez en 1979 y de la Mount Nimba (Hyperolius nimbae) -de Costa de Marfil, desaparecida desde 1967, son algunas de las más significativas.

La salamandra, redescubierta después de casi 60 años de pérdida, fue hallada en cavernas profundas de la selva en el estado de Hidalgo, México, destacó Robin Moore, coordinador principal del proyecto que encabezó Conservation Internacional.

A estas se suman otras dos especies de ranas y una de sapo, consideradas extintas hace tres décadas, que reaparecieron en su hábitat. Ellas son la Istmohyla tica y Craugastor fleischmanni, localizadas en las faldas de los volcanes de Barva y Poás y en los bosques nubosos de Monteverde, en Costa Rica.