La tierra clama por subsistir

La tierra clama por subsistirEl suelo es un o de los recursos naturales menos reconocido por la sociedad por el hecho de que en general solo es concebido como medio de producción y no como lo que es en realidad: un ecosistema biológico y vivo.

Una percepción social de ese tipo contribuye a su degradación, en algunos casos irreversible, y también a la pérdida irreparable de sus condiciones de hábitat para los pobladores y su consecuente impacto negativo en la economía.

Especialistas en la materia consideran que su declinación química, física y biológica conduce a una disminución de la resistencia de las tierras por la existencia de la variedad climática natural.

La vegetación se deteriora, peligra la producción de alimentos y se incrementa la emigración del campo a la ciudad, entre otras consecuencias que, para los entendidos, constituye un absurdo ambiental que se llegue a semejante situación si solo se tiene en cuenta el valor del terreno para la sostenibilidad de todos.

El fenómeno lleva a pensar que la rápida transformación antropogénica o efectos de la  contaminación humana implica una reducción de la variedad de especies y la adaptación de los componentes de la flora y la fauna.

Si fuera así, como todo indica, habría que replantearse la concepción de las relaciones entre naturaleza y sociedad, la economía, la ecología y la globalización en función de la seguridad de las personas, en particular en el llamado Tercer Mundo, que recibe la sobrecarga sin nombre del consumismo capitalista.

De modo que el estado físico del suelo es el resultado de la interacción de sus componentes biológicos, orgánicos, minerales líquidos y gaseosos.

Por el contrario, si experimentan cambios los refleja de inmediato, por lo que su calidad puede ser vista como una característica inherente y como una condición de la propia salud del sistema en su conjunto.

No obstante, su calidad debe ser de excelencia si se desarrolla en un medio favorable, pero debe deprimirse si son utilizadas malas prácticas o sobreexplotadas sus capacidades.

Una parte considerable de los suelos cubanos padece de esas deficiencias desde épocas inmemoriales, lo que supone que la erosión sea creciente, al igual que el alto grado de acidez, salinidad, sodicidad, compactación y problemas con el drenaje.

De alguna u otra manera, los programas nacionales para la protección de la biodiversidad local provocaron una modificación considerable, desde que comenzó la rehabilitación de ecosistemas degradados por la minería, de zonas erosionadas de playas, de manglares y suelos salinizados.

Influyeron también la producción de biofertilizantes y biopesticidas, bioactivos naturales para uso farmacéutico e industrial, el Atlas Climático, estudios de peligro, vulnerabilidad y riesgo, y ambientales integrales en ecosistemas priorizados.        

Aún así, no puede pasarse por alto que la creciente demanda de alimentos presiona sobre la cubierta terrestre agrícola, amenazada, axdemás, por la expansión de un modelo de crecimiento económico global muy lesivo al medio ambiente. (Por Lino Luben Pérez, AIN)