Ballet Cubano, talento imbloqueable

Cuba, La Habana, ballet,  XXII Festival Internacional de Ballet de La Habana, creaciones, nación cubana, mundoEl XXII Festival Internacional de Ballet de La Habana ya es realidad y, como las grandes creaciones de la nación cubana, nada ni nadie puede impedir que su influjo único se vuelque sobre el mundo.
 
Baste mencionar solo estas cifras: amen del prestigio que la cita habanera goza en el universo de la danza clásica,  desde su primera edición la capital cubana ha sido testigo de más de mil invitados de 61 países de todos los continentes y en ella se han presentado 880 obras, de ellas, 219 estrenos absolutos.
  
Para esta ocasión y hasta el siete de noviembre concurren a la capital cubana invitados de 18 naciones, entre los que figuran las estrellas del Américan Ballet Theatre (ABT), por segunda vez en la Isla después de medio siglo, los rusos Vladimir Vasiliev y Vladimir Malakhov y la española Tamara Rojo.
 
A ellos se suman artistas del New York City Ballet, el Royal Ballet de Londres, el English Nacional Ballet, el Ballet de la Opera de Berlín, el del Teatro Colón, de Argentina  y también de ese país el Ballet Nacional Sodre, que dirige el estelar Julio Bocca.
 
Al repertorio, esta vez se sumarán alrededor de otras 30 coreografías, con 12 estrenos de creadores cubanos, entre ellos tres de la Prima Bailarina Assoluta Alicia Alonso y de otros creadores de España, Canadá y Bélgica.
 
En el top mundial de las escuelas de artes escénicas y danza clásica, la cubana clasifica por derecho propio en  privilegiado sitio, con el añadido de ser la más numerosa y cuyas prestaciones son totalmente gratuitas.
 
En esa lista de elite figuran culturas con tradición centenaria en ese arte, surgido casi siempre en cortes imperiales, como ocurre en Rusia, Inglaterra, Francia e Italia.
 
Ese handicap de la historia y la tradición se lo pusieron en bandoleras Alicia, Fernando y Alberto Alonso, cuando en 1948 decidieron fundar la primera agrupación de ballet en Cuba contra viento y marea.
 
Los prejuicios de una sociedad machista, la orfandad material ante gobiernos corruptos que no les interesaba el desarrollo espiritual de su pueblo y el lógico tiempo para asumir la intrincada técnica fruto de centurias de ardua práctica, no fueron óbice para matar los sueños de aquellos pioneros y sus seguidores.
 
Ahora es momento especial de celebración cuando Alicia, una de sus esenciales promotoras, cumple 90 años de vida y la Escuela Cubana de Ballet se pasea por toda la geografía planetaria cosechando éxitos.
 
Para fundar escuela no basta la espectacular o efímera floración de talento, sino que a ese don debe imprimírsele fisonomía propia, así como persistencia y resistencia a prueba de todo avatar.
 
Alicia es paradigma, porque ya en los preludios de las cimas de su carrera, cuando  bailaba con el ABT, comenzó a tener problemas con su visión y a pesar de ello se convirtió en una de las grandes del siglo XX.
 
Su tenacidad y sentido de pertenencia la impulsaron a lo que todo parecía imposible y es una realidad luminosa.
  
La danza clásica cubana alcanzó sello propio, tan irrepetible, que aún cuando se trate de los etéreos ballets blancos, se sabe si es un cubano quien baila porque le aporta la impronta de su identidad, esas voliciones identificativas del carácter nacional.
 
Por otra parte, la Escuela Cubana tiene el don de transferir su afán pedagógico y, sus principales intérpretes, son maestros de excelencia muy apreciados en el contexto del ballet en el mundo.
 
Con tales credenciales, las citas habaneras son, en realidad, fiesta universal, a la cual acude lo que más vale y brilla a dialogar en pie de equidad, a enriquecerse mutuamente porque al talento, la voluntad y la dignidad, no hay quien le ponga cortapisas. (Por Octavio Borges/ Servicio Especial de la AIN)