El que se queje es un malagradecido
Rosalaine Pérez desborda alegría, ella es una de las santacruceñas beneficiadas tras la construcción del nuevo reparto, que en la región más austral del Camaguey convierte en recuerdo la furia del huracán Paloma.
"Estaba en Paloma hasta que finalmente me mudé para este nuevo reparto. Siento una emoción tremenda. Le doy muchas gracias a la Revolución, a Fidel y Raúl, a todo el gobierno cubano. Me siento cómoda por las características de la vivienda, yo pensé que esto nunca fuera a pasar. La tienda me queda al lado, un parque al frente y un trailer relativamente cerca, la placita y la escuela con capacidad para 300 alumnos se están construyendo, se realizará también un supermercado. El que se queje es un malagradecido".
Cincuenta y seis flamantes edificios cambian hoy el entorno sureño, y sus muros son abrigo de la grandeza de la obra social cubana, al tiempo que conservan la frescura del cercano Caribe junto a la rudeza y esfuerzo de quienes como Vladimir Betancourt Prat no dudaron en apoyar el proyecto revolucionario que se gestaba a la entrada del pueblo.
"El beneficio que he obtenido ha sido inmenso, porque lo poco que tenía lo estaba construyendo y cuando pasó el ciclón lo destruyó todo, pero posteriormente me trasladaron al reparto Paloma. Cuando fueron a ver a las personas damnificadas para que colaboraran con la construcción yo me presente voluntariamente. Tuve la oportunidad de que me hicieran un contrato y trabajé alrededor de cinco meses".
El sistema electroenergético, las comunicaciones y los recursos hidráulicos aseguran garantías en esta nueva comunidad, al tiempo que la salud, la educación y otros importantes servicios complementan los beneficios que disfruta Yuleisi Lovaina quien de forma incondicional participó en la construcción de la que hoy es su vivienda.
"Nos estamos mudando y hemos participado en la construcción de los apartamentos. Se ha puesto mucho empeño por parte del gobierno que todo se realice lo más pronto posible para que las personas gocen de bienestar. El beneficio que hemos obtenido ha sido total porque perdimos todo en el ciclón. Damos gracias al gobierno que nos ha puesto todas las comodidades que antes no teníamos en nuestros antiguos hogares. La limpieza, la comodidad de la cocina, el baño, todo gracias a la revolución. Desde que pasó el ciclón estábamos muy desanimados, recogiendo las pocas cosas que quedaron. Luego nos evacuaron y posteriormente pasamos a las casitas provisionales, que tenían buenas condiciones. En ningún momento nos sentimos desamparados".
Y así se enrumba por nuevos caminos la vida de una parte de los moradores del sur agramontino, que contra viento y marea, navegan hoy tierra adentro en los albores de un nuevo Santa Cruz.
(Por: Lisi Walcott Mora/ Radio Santa Cruz)