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Las inimitables huellas dactilares y la manera en que se forman

En 1892, el antropólogo inglés Francis Galton propuso 40 rasgos característicos para la clasificación de huellas dactilares. Las huellas son tan diferentes entre sí que estimaría que la probabilidad de que dos seres humanos tuvieran las mismas era de una entre 64 mil millones, una cifra que supera con creces la población mundial.

En otras palabras, resulta casi imposible encontrar dos personas con las mismas huellas dactilares. Y esto ocurre porque, en su formación, mientras estamos en el vientre de la madre, intervienen muchos factores. Concretamente, las minúsculas protuberancias y surcos de la piel que se encuentran en las yemas de los dedos humanos comienzan a formarse alrededor de la semana 13 de vida del feto.

La piel está sometida así a las presiones intrauterinas, a los movimientos y la posición del feto en el útero, a la nutrición, la presión sanguínea, al líquido amniótico, etc. La más mínima variación de uno de estos factores aleatorios da como resultado cambios en toda la estructura de la huella dactilar. A partir de entonces, el dibujo resultante será inalterable, siempre el mismo y para siempre, hasta la muerte.

Huellas dactilares de los hermanos gemelos

Ni siquiera las de los hermanos gemelos univitelinos, que genéticamente son clones perfectos, tienen las mismas huellas dactilares. Además de las presiones ambientales anteriormente mencionadas, cada gemelo ha experimentado su propio conjunto de mutaciones genéticas en el útero, que también parecen afectar a la formación de los patrones de las huellas dactilares.

Es lo que sostienen investigadores de la Universidad de Edimburgo que han usado modelos de células humanas en el laboratorio y, a continuación, modelos de ratón (los ratones no tienen huellas dactilares como nosotros, pero sí tienen crestas transversales de piel en sus dedos que se desarrollan de manera similar).

Su conclusión es que las vías moleculares que comparten información e instrucciones entre genes son muy sensibles a factores locales diminutos dentro del útero.  Tanto en humanos como en ratones, las vías de Wnt (las que dan forma al agarre de nuestros dedos) parecían estimular el crecimiento de las crestas en la capa externa de la piel del dedo; las vías BMP (proteína morfogenética ósea) suprimían la formación de estas ranuras; y las vías EDAR (receptores de ectodisplasina A) ayudaban a dar forma al tamaño y el espacio de las crestas de la piel.

Turing y las cebras

Cuando la actividad de las vías EDAR se silenció en modelos de ratón, sus dígitos no mostraban crestas transversales, sino un patrón similar a un lunar. Por consiguiente, se concluyó que el tira y afloja en la formación de crestas refleja patrones que surgen de lo que se conoce como sistemas de reacción-difusión con inestabilidades de Turing.

Un patrón de Turing es un concepto matemático desarrollado por Alan Turing en 1952 para explicar cómo las rayas y las manchas en la naturaleza muestran pequeñas diferencias aleatorias en su estructura. Algo que también, por ejemplo, se ha visto en los patrones de las rayas de las cebras, que son también diferentes entre sí.

En conclusión, el estudio sugiere que las fuerzas que otorgan una singularidad individual a cada huella dactilar del ser humano son las mismas que subyacen a otras muchas manchas en la naturaleza, como las rayas de las cebras. Son las fuerzas del ambiente imbricadas con el componente aleatorio de la genética, que a su vez está retroalimentado por el ambiente. Lo cual nos hace compartir a todos un origen común a la vez que nos hace ciertamente diferentes entre sí.

(Tomado de Radio Cadena Agramonte)