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[:es]Frank Fernández entre la maravilla y la perfección[:]

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La Habana 11 oct.- El virtuoso pianista cubano Frank Fernández prefiere la maravilla por encima de la perfección, y en consecuencia edita hoy un disco con grabaciones en vivo de un concierto de la Orquesta del Instituto Superior de Arte.

 

Valoro la emoción del sonido en vivo, quizás no es perfectamente limpio como en un estudio, puede tener algunas casualidades pero la carga emotiva forja un resultado artístico de gran calibre, consideró el maestro graduado del Conservatorio Chaikovski de Moscú.

El gran protagonista del álbum es su hijo, Frank Ernesto Fernández, primer oboísta de la Sinfónica Nacional de Cuba, e incluye algunas piezas para oboe y piano, entre ellas las tres romanzas compuestas por Fernández padre para ambos instrumentos.

Una de las obras, El canto del silencio, la comparten el oboísta y su hermana, Liana María Fernández, al piano.

Ahí yo solo quedo como compositor y el disco además incluye piezas como Oblivion, de Astor Piazzolla; un trio de Francis Poulenc, con la participación de Carla Martínez, excelente pianista que obtuvo una beca en el Reina Sofía de Madrid, y Abhram -un joven fagotista-, detalló el productor a Prensa Latina.

De alguna manera, para Frank este es un disco familiar pues en el Adagio de Zipoli interviene como solista su esposa, la experimentada chelista Alina Neyra, y una vez más José Antonio Méndez dirige la Orquesta del Instituto Superior de Arte, adjunta al Lyceum Mozartiano de La Habana.

La grabación la hicimos en San Felipe Neri, que como antigua iglesia tiene un sonido catedralicio, un poco de reverb excesivo, pero la carga emocional, la transmisión de los estados anímicos tanto de la orquesta y los solistas como del público infunde un calor espiritual no logrado en grabaciones más limpias, apuntó.

Fernández trabaja a la vez en un fonograma propio de conciertos en vivo del cual prefiere no adelantar mucho y en una ópera prima de una joven cantante que incluirá versiones de temas como Amor, de Pablo Milanés; Gracias a la vida, de Violeta Parra; y Vete de mí, de Homero y Virgilio Espósito, entre otros.

Uno de los aspectos más sui generis del disco es la versión que hicimos del famoso tango de Carlos Gardel, Volver, pues le incorporamos un ritmo de bolero y suena espectacular, aseguró.

La mayoría de los arreglos de las canciones corresponden a Fernández aunque en este álbum participan otros orquestadores y arreglistas como Luis Llaguno, Pancho Amat y Frank Ernesto Fernández.

Para el compositor y pianista solo existen dos tipos de música según la calidad: buena o mala, desestima otras divisiones.

Durante décadas de carrera, Fernández demostró que podía tocar conciertos de Beethoven o Mozart e igualmente acompañar a un cantante popular como Dany Rivera, o podía ser el productor de Silvio Rodríguez o el de Adalberto Álvarez, entre varios colegas.

De acuerdo con Fernández, simplemente asumió una actitud de respeto a la buena música y de no privarse de hacer ningún tipo de género.

Lo que en un momento fue sacrílego, no era aceptado por todo el mundo, ahora la mayoría del público no solo lo acepta sino que lo pide, observó.

Creo que esa desinhibición con la que enfrenté mi trabajo durante muchos años me ha ganado un cariño y el público me pide piezas populares con la misma vehemencia y esperanza de disfrute que cuando me oye el Ave María de Schubert con el cual prácticamente comienzo casi todos mis conciertos, dijo.

Dicha obra le confiere tranquilidad y él piensa que prepara al público para algo extraordinario.

A la vez, aclaró que toca una versión instrumental de él porque el compositor originalmente escribió la pieza para voz y piano.

Yo estudié un gran arreglo de Frank Lizt pero me pareció demasiado virtuoso, demasiado brillante, y decidí en toda la primera parte transcribir lo escrito por Schubert: la mano derecha fundamentalmente hace lo que haría la cantante, la izquierda acompaña, precisó.

Mientras transcurre la pieza le voy incorporando elementos pianísticos pero sin que desaparezca la armonía ni la melodía original de Schubert, intento hacer una versión sin caer en una autobiografía, y trato de mantener el mundo espiritual, recogido, intimista y apasionado de la obra, acotó.

Varias de sus composiciones han sido seleccionadas para montar coreografías de danza clásica y contemporánea en numerosos países de América.

Por estos días, la coreógrafa y directora cubana Rosario Cárdenas estrena con su compañía el poema danzario Afrodita, Âíoh espejo!, inspirado en el paralelismo entre deidades de Cuba y Chipre, y emplea una música original de Fernández.

Los plásticos ven figuras en mi música, ven paisajes, igual que cuando yo cuando veo un cuadro escucho música, o cuando aprecio un movimiento corporal lo traduzco en notas, confesó.

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