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Afganistán: una prueba de fuego para Obama

Afganistán: una prueba de fuego para ObamaWashington, 9 oct .- El presidente Barack Obama intenta hoy buscar un punto intermedio entre los pedidos del Pentágono de más tropas para Afganistán y equilibrar las finanzas y evitar un mayor desgaste público por esa guerra.

Acabar con la insurgencia en ese país centroasiático fue una de sus promesas electorales, pero tras nueve meses en la Oficina Oval, Obama ha visto que la realidad dista mucho de las palabras.

Los reportes de ataques, las declaraciones de los comandantes militares y la cifra de muertos no dejan lugar a dudas: Afganistán está bien lejos de ser un país pacificado.

Tanto el secretario de Defensa, Robert Gates, como el comandante de las tropas extranjeras en Afganistán, el general Stanley McChrystal, han reconocido el fortalecimiento de los talibanes y su avance a zonas hasta la fecha relativamente menos violentas.

Ante esa situación el gobernante anunció a principios de su mandato una nueva estrategia, que incluye el envío de más tropas, y que muchos medios de comunicación y expertos consideraron una escalada militar.

Sin embargo, McChrystal estimó insuficiente el refuerzo y solicitó 40 mil soldados más, que de ser aprobados elevarían a más de 100 mil los que el Pentágono tiene desplegados allí.

En ocho años de conflicto han muerto más de 860 militares norteamericanos y otros 570 de las fuerzas extranjeras, según cifras oficiales.

A esto se suman los multimillonarios gastos de la campaña bélica y la creciente oposición de la opinión pública y de varios legisladores demócratas.

Según un sondeo de la televisora CNN y la firma Opinion Research Corp, el 54 por ciento de los estadounidenses rechaza esa conflagración.

El sondeo destaca que el apoyo al conflicto cayó del 50 a 41 por ciento, con respecto a mayo último.

Otra investigación de la Universidad de Quinnipiac precisó que el 49 por ciento de los entrevistados estima que el Pentágono será incapaz de vencer a los talibanes y apenas 38 por ciento es favorable al envío de más soldados.

Además, el rechazo a la guerra de docenas de congresistas de su propio partido le causa serios problemas a Obama en momentos en que intenta recabar apoyo en el Capitolio a su programa de reforma de salud.

Por estos motivos el mandatario trata en la actualidad de alcanzar un compromiso entre los halcones y los generales que solicitan más tropas y los sectores liberales y quienes se oponen a la guerra.

En los últimos días Obama ha sostenido encuentros con su equipo de seguridad nacional para analizar el tema, pero medios de prensa han revelado división en el equipo asesor.

Funcionarios que solicitaron el anonimato señalaron que Gates, la secretaria de Estado, Hillary Clinton, y el enviado especial para Afganistán y Paquistán, Richard Holbrooke, apoyaron la posibilidad de incrementar el número de tropas.

Mientras, el secretario de la presidencia, Rahm Emanuel, y el general James Jones, asesor nacional de seguridad, se mostraron cautos en respaldar la propuesta.

Por su parte, el vicepresidente, Joseph Biden, es partidario de mantener sin cambios la cifra de uniformados norteamericanos desplegados en esa nación centroasiática.

Ante este panorama, el jefe de Estado se muestra cauteloso antes de tomar una medida.

Hasta que el presidente no termine una revisión de la estrategia en Afganistán no anunciará ninguna acción, señaló esta semana el secretario de prensa de la Casa Blanca, Robert Gibbs.

Más tropas que conllevará más gastos millonarios, más críticas y más muertes de soldados o una política de contención y minimizar daños, a ese dilema se enfrenta Obama ante una guerra que heredó del gobierno de George W. Bush.(PL)