Muchas preguntas para tanta injusticia en el caso de Los Cinco
¿Qué pasa con la inteligencia y el sentido de la justicia de los vecinos del Norte?
¿Qué le sucede a la capacidad de discernimiento del nuevo Presidente, ese hombre que hace sólo unos meses se convirtió en la esperanza de un país envuelto en una crisis a la que ha arrastrado al mundo entero?
Me hago estas preguntas mientras releo – no sin rabia- la decisión de la Corte Suprema de Estados Unidos de negarse a revisar el caso de nuestros cinco hermanos, injustamente encarcelados por luchar contra el terrorismo.
Hay que estar verdaderamente falto de juicio para ir contra el mundo; para negarse a echar una mirada justa y verdadera a un caso que no ha sido otra cosa que manipulación y mala voluntad de ese aparato jurídico desde sus inicios.
Dejar vigentes las largas y arbitrarias condenas de cárcel contra Gerardo, Ramón, Fernando, Antonio y René es poco menos que descabellado y un hecho que refuerza cuán unida está la ¿justicia? yanqui a los intereses de los poderosos.
No por gusto el mundo muestra su inconformidad; y esa voz cada vez más potente y multinacional no se acallará mientras no sea reparada la injusticia, que no es otra cosa que la inmediata libertad para Los Cinco.
Y es muy sintomático el hecho: primero es el presidente quien niega la posibilidad de revisión; luego los jueces de la Corte Suprema, obedientes como son, hacen lo mismo sin tener en cuenta todas las razones y contundentes argumentos de la defensa. Para colmo de la ceguera y falta de entendimiento, ni siquiera reparan en el llamado de la comunidad internacional -incluidos 10 Premios Nobel- para que el caso fuera aceptado por el máximo tribunal norteamericano.
A todas luces, este nuevo suceso pasa a engrosar los anales de la historia de lo insólito y, como se ha dicho muchas veces, refuerza el carácter hipócrita, manipulador y cruel de un sistema que jamás piensa en el hombre sino en las riquezas; un sistema en el que no impera el orden ni la razón, un sistema donde la voz que acostumbra a oírse es la voz del poder.
Pero contra esa voz del poder que explota y quiere minimizar al ser humano se levanta otra voz, la de los pueblos, la de la solidaridad; la misma que seguirá martillando en las conciencias de los que hoy, desde La Casa Blanca o la Corte Suprema de los Estados Unidos quieren mantener presa la libertad, la verdad y la justicia. (Por Tay Toscano Jerez/ Radio Cadena Agramonte).