El odio, la peor de las plagas

El odio, la peor de las plagasEl deseo de doblegar a Cuba ha sido un vicio enfermizo para los gobiernos estadounidenses a lo largo de los años. No es nada nuevo. Y en ese afán obcecado no han escatimado en el qué, el cómo, ni el cuándo… y mucho menos en cuánto le cueste.

La agresión biológica ha sido una de las tantas armas que han empleado en sus intentos por resquebrajar a nuestra nación. Y el 21 de octubre de 1996 está ahí… aguardando para refrescar "la mente" de quienes parecen sufrir de "Alzheimer histórico".

Ese día, la aeronave de Cubana de Aviación CU-710, que cubría el trayecto entre la capital y la provincia de Las Tunas, volaba a una distancia de entre 25 y 30 kilómetros al sur de Varadero (Matanzas), a razón de unos 400 kilómetros por hora y a nueve mil pies de altura sobre el corredor aéreo Girón. Mientras cumplía el itinerario, su piloto se percató de la presencia de un avión de fumigación del modelo S2R con matrícula N3093M —perteneciente al Departamento de Estado norteamericano— que hacía "llover" (en travesías de norte a sur) varias nubes blanco-grisáceas de una sustancia desconocida por nuestros tripulantes, desde una altura aproximada de 300 metros sobre la nave de Cubana.

Ante la preocupación del controlador de vuelo cubano —que había sido advertido por el piloto de la CU-710— sobre si aquello se debía a algún desperfecto técnico del avión procedente de los Estados Unidos, el aviador de este último afirmó que no, y respondió también que estaba volando un AY-65 de un solo motor.

Menos de dos meses bastaron para desenmascarar las verdaderas intenciones de aquel vuelo, o mejor, los planes orientados y financiados desde Washington. La confirmación de la plaga Thrips Palmi en plantaciones de papa fue la prueba, y la Empresa de Cultivos Varios Lenin —del matancero municipio de Jovellanos— su víctima más directa, aunque no la única, pues otras zonas aledañas como Bolondrón y Máximo Gómez (Matanzas), y el sur de La Habana también se vieron afectadas posteriormente.

El mencionado insecto, de rápida diseminación y difícil diagnóstico (fundamentalmente en esa etapa), posee un ciclo reproductivo de 15 a 21 días, y, de acuerdo con un informe oficial de la American Scientists Federation (Federación de Científicos Americanos) —fechado el 29 de febrero de 1996— los Thrips aparecen en la lista de los invertebrados considerados de relevancia a los efectos de la Comisión de Armas Biológicas. Peligroso el "animalito"…

¿El monto estimado de las pérdidas? Solo durante los tres primeros años después de la agresión biológica, controlar la plaga de origen asiático (exótica en ese momento en Cuba) le costó al país un promedio superior a los ¡3 millones de dólares anuales! No obstante las millonarias inversiones en insecticidas, la cosecha de papa de 1998 se deprimió considerablemente, al reducirse la recolección del tubérculo en un 50 %.

Más de 17 cultivos sintieron el efecto devastador de los Thrips. Una vez comunicado el incidente y solicitado el esclarecimiento de los hechos por el Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba a la Sección de Intereses de los Estados Unidos aquí —el 26 de diciembre del propio año—, así como corroborado por nuestro Laboratorio Central de Cuarentena que se trataba del insecto Thrips Palmi Karny —el 14 de febrero de 1997—, el Gobierno revolucionario le comunicó la situación, un mes más tarde, al entonces Secretario General de la Organización de Naciones Unidas (ONU) y a su Departamento de Desarme.

El 5 de mayo de ese año el Secretario General de la ONU circuló como documento oficial el informe de Cuba denunciando la detección de dicha plaga.

Pero la respuesta del Departamento de Estado norteamericano —risible por cierto— quiso justificar "lo injustificable", alegando que el piloto seguía "procedimientos prudentes" de seguridad para mostrar su localización con señales de humo, cuando la Organización Internacional de Aviación Civil no establecía, en regulación legal alguna, el uso de generadores de humo con esa finalidad.

Lo cierto es que todas las excusas mostradas por la parte estadounidense carecían de solidez y veracidad… Las palabras (meses después del incidente) de Jesús Nazareno Jiménez Albear, copiloto de la CU-710 aquel 21 de octubre de 1996, echaron "por tierra" los pretextos yankis: "… diariamente cientos de aviones sobrevuelan por los corredores aéreos cubanos y entre ellos lo hacen más de 20 compañías norteamericanas y nunca, nunca, han tenido que usar señales de humo… [Además] Lo que vimos no fue humo y eso lo saben ellos mejor que nosotros (… ) y para saberlo no hay que ser un indio de aquellos que ellos exterminaron y que hoy solo salen en sus películas".

Y justamente un día como hoy, hace 15 años, este diario publicó en sus páginas la denuncia de Cuba ante Naciones Unidas por la agresión imperialista, de índole biológica, en octubre de 1996. Si rebobinamos en la historia, encontraremos detalles reveladores: Estados Unidos, 6 de abril de 1960.— Un alto funcionario del Depar-tamento de Estado de ese país (L. D. Mallory) subraya la necesidad de usar "prontamente cualquier medio concebible para debilitar la vida económica de Cuba (… ) a fin de causar hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno".

He ahí una de las "esencias" más azuzadas y genocidas de la política norteamericana hacia Cuba. Un odio visceral que, todavía hoy, resulta la peor de las plagas.

(Tomado de Granma)