10 de abril en tres tiempos

10 de abril en tres tiempos El décimo día del cuarto mes del año exhibe un relieve de tal magnitud que sirve para explicar el núcleo de la lucha por la liberación e independencia del pueblo cubano en casi siglo y medio: me refiero a la comunión de intereses legitimados e institucionalizados.

Primer tiempo:

Era un hecho la Revolución iniciada por Carlos Manuel de Céspedes, el 10 de octubre de 1868. Transcurridos seis meses, las tropas independentistas que combatían a España se reunieron en Guáimaro, poblado situado entre el Camagüey y el Oriente, para crear la República de Cuba en Armas.

En aquella histórica oportunidad se aprobó la Constitución de Guáimaro con sus 29 artículos, para darle organicidad a la nación cubana, incluyendo la división en los poderes ejecutivo, legislativo y judicial; amén del Presidente de la República (fue designado Carlos Manuel de Céspedes) y el Vicepresidente (el camagüeyano Salvador Cisneros Betancourt), así como la enseña nacional.

De su articulado —a los efectos de este trabajo—, quiero resaltar: Artículo 23.- Para ser elector se requieren las mismas condiciones que para ser elegido. /Artículo 24.- Todos los habitantes de la República son enteramente libres. /Artículo 25.- Todos los ciudadanos de la República se consideran soldados del Ejército Libertador./ Artículo 26.- La República no reconoce dignidades, honores especiales, ni privilegio alguno.

Emergía de esta manera la verdadera legalidad ciudadana en Cuba.

Segundo tiempo:

Diez años de lucha contra el colonialismo español, sin embargo, no pudieron impedir el caudillismo y el regionalismo enseñoreado en los mambises, sin descartar la huella negativa del civilismo que nació en el mismo Guáimaro.

Era el presagio del Pacto del Zanjón (la claudicación ocurrida el 10 de febrero de 1878), a pesar del gesto de altísima dignidad conocido como la Protesta de Baraguá, protagonizada por Antonio Maceo el 15 de marzo de 1878 —antesala de la obra martiana.

Con este presupuesto, luego de vencer una etapa de “tristísimo silencio” y sortear varios obstáculos, nuestro Héroe Nacional edificó el Partido Revolucionario Cubano, proclamado el 10 de abril de 1892, precisamente el día del cumpleaños 23 de la Asamblea de Guáimaro.

Vale reiterar que el Partido creado por el Apóstol de la independencia de Cuba constituye la primera organización de su tipo concebida para conducir una Revolución, además de un valor agregado, dicho con el verbo del propio Martí: “Nació uno” [no dos, ni tres partidos] “de todas partes a la vez. Y erraría, de afuera o de adentro, quien lo creyese extinguible o deleznable. Lo que un grupo ambiciona, cae. Perdura lo que un pueblo quiere. El Partido Revolucionario Cubano es el pueblo cubano”.

He aquí una de las tantas magistrales enseñanzas del Maestro.

Tercer tiempo:

Con el triunfo de enero de 1959 tuvo lugar un proceso de fusión de las organizaciones revolucionarias que estaban mancomunadas en el Ejército Rebelde, del cual surgió el Partido Comunista de Cuba (PCC) en octubre de 1965, tras la conformación de núcleos cuyos militantes tendrían que estar avalados por tres requisitos cardinales: 1ro.- Ser un trabajador ejemplar./ 2do.-Tener una moral probada. / 3ro.- Poseer el visto bueno de las masas.

Entonces, resultó coherente con nuestra Historia la calidad de la vanguardia político-revolucionaria en la Mayor de las Antillas, incluida la discusión por todo el pueblo del proyecto de Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución, previo al VI Congreso del PCC, efectuado en abril de 2011, con más de 8 millones 913 mil participantes.

De allí, quizás, lo más ilustrativo sea lo que sigue: de 291 lineamientos, 197 resultaron modificados o integrados con otros, es decir, el 68 por ciento del total.

Estas son premisas con las cuales apostamos a edificar la irreversibilidad de una sociedad en la que se fundan el culto a la dignidad de la persona, la prosperidad de cada individuo, la condena a las miserias humanas y la solidaridad con nuestros semejantes en cualquier latitud; mientras estamos empeñados en el incesante perfeccionamiento de la obra de cubanas y cubanos, un recurrente homenaje al 10 de abril, llamado a ser el Día de la República de Cuba.

Por Noel Manzanares Blanco/ Colaborador de Radio Cadena Agramonte.