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Ecuador: trinchera de dignidad y vergüenza

Ecuador: trinchera de dignidad y vergüenzaLos últimos acontecimientos ocurridos en la República del Ecuador demuestran otra vez aquella frase lapidaria del heroico Comandante Ernesto Ché Guevara, de que "no se puede confiar en el imperialismo,… ni tantico así".
  
El presidente Rafael Correa puso a prueba la capacidad de resistencia de los verdaderos revolucionarios y desde su encierro, impuesto por los golpistas manipulados por las derechas oligárquicas, declaró sin vacilación que salía como presidente digno o como cadáver.
  
Seguir los sucesos en los que se involucraron miembros de la Policía Nacional ecuatoriana, liderados desde las sombras por el excoronel y expresidente Lucio Gutiérrez, dejó bien claro que detrás de toda la parafernalia orquestada, usando como telón de fondo la Ley de Servicio Público, estaban intereses mucho más mezquinos y desestabilizadores.
  
Gutiérrez, oscuro personaje de la política ecuatoriana, pretende, desde la oposición, influir y manipular al propio pueblo que lo echó a patadas de la poltrona presidencial hace cinco años.
  
Pero los ciudadanos son sabios, y en sus entrañas se mantienen vivas las esperanzas de justicia y de un mundo mejor. Allí estaban, atrincherados con la vergüenza y la dignidad, como únicas armas, frente a las bombas lacrimógenas y las balas de gomas de los golpistas.
  
Los pueblos de América han escrito impresionantes páginas de resistencia en la defensa de sus derechos y la soberanía de sus tierras, y el ecuatoriano se empinó altivo este 30 de septiembre.
  
Aún están frescas en la memoria las imágenes de los hondureños, volcados a las calles, resistiendo el golpe a la democracia, urdido desde Washington en junio de 2009. También están frescas las de Venezuela cuando el artero golpe contra Hugo Chávez, y ni tampoco el tiempo logrará borrar las del bombardeado Palacio de la Moneda y del presidente chileno Salvador Allende que prefirió inmolarse antes que claudicar ante los golpistas genocidas.
  
El pueblo ecuatoriano sabía que de su voluntad y valentía dependían salvar la constitucionalidad, la democracia y la Revolución ciudadana emprendida por Correa en esa visión integradora que sacude a la América Latina.
  
Inmediata fue la reacción de miles de ecuatorianos, rodeando el Hospital de la Policía para exigir -a pecho descubierto- la liberación de su legítimo presidente, retenido  allí arbitrariamente por los enemigos del pueblo.
 
Similar ocurrió frente al Palacio de Carondelet o el Regimiento Quito. No importaba el lugar, estaban en juego la independencia y la dignidad de una sociedad que decidió soltar amarras. (Por Miguel Fernández Martínez, AIN)