Julia Ifraína Pérez, “Doy otra vez las gracias a todos los gobernantes de Cuba”.
Santa Cruz del Sur, 8 nov.- Los numerosos daños en el orden material que le hizo el huracán Paloma a la comunidad de La Playa no se borrarán jamás de la memoria de Julia Ifraína Pérez Mendoza.
“Y será así mientras viva. Sufrí por las cosas personales que perdí y por lo de tanta gente que quedó sin nada. Los que vivimos en ese poblado, destruido hace 90 años por otro huracán, nunca pensamos volver a pasar por algo semejante, con la diferencia, señaló, de que por tener la suerte de estar protegidos por una hermosa Revolución nadie en el 8 de noviembre de 2008 perdió la vida”.
Cuando la fémina como los demás santacruceños, sobre todo los residentes en La Playa, escucharon los partes meteorológicos dados por la televisión y la radio y las precisas orientaciones de los compañeros de la Defensa Civil, se alejaron de las áreas vulnerables a inundaciones.
“Como creíamos sería algo pasajero, muchos vecinos y yo guardamos ropas, equipos electrodomésticos y otras pertenencias en la casa de una compañera llamada Adelfa, por ser un inmueble de mampostería. Puertas y ventanas se aseguraron bien y nos marchamos confíados”.
Con su hermana Leonor y otros familiares Julia fue evacuada junto a otras personas en el Instituto de Ciencias Médicas Carlos J. Finlay, de Camagüey.
“A pesar de estar lejos de Santa Cruz del Sur las ráfagas de viento eran muy fuertes”.
El momento más duro, afirmó, fue cuando los moradores del litoral santacruceño comenzaron a ver las imágenes televisivas de todo el desastre provocado por el fenómeno atmosférico.
“Comenzamos a llorar inconteniblemente, pero nunca nos desalentamos. Pronto nos recuperaríamos”.
Del interior del hogar de Adelfa sólo se sacó inmensa cantidad de fango y sargazo. El mar y el viento se convirtieron en indomable ejército enemigo.
“Todavía le echo de menos a las fotos de los cumpleaños de mis hijos. Sabe Dios dónde fueron a parar”.
Hace más de una década la santacruceña Julia Ifraína Pérez Mendoza vive en uno de los apartamentos del edificio multifamiliar número 82, construidos después para los damnificados del huracán Paloma.
“Soy una mujer feliz. Nunca ningún ciclón volverá a llevarme mis pertenencias. Doy otra vez las gracias a todos los gobernantes de Cuba”.