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Diecinueve años cumpliendo milagros

Caracas, 10 jul. -Poco a poco los sonidos a su alrededor le parecían más familiares que las imágenes. Después de haberlos disfrutado en su plenitud visual, recordar los rostros de quienes uno ama, los colores, las formas de los espacios que uno habita, duele.

Sin embargo, quedarse en la oscuridad nunca fue más traumático para Mary Ribas, que cuando supo que pronto sería abuela.

«Con 45 años, en el Centro de Diagnóstico Integral (CDI) de su zona, en Valencia, le fue diagnosticada una catarata subcapsular posterior, una de las que más nos quita visión», explica la doctora Mildred López Stuart, quien la atendió en el Centro Oftalmológico de Carabobo, como parte de la Misión Milagro.

«Felizmente operada de un primer ojo, tras un mes se le practicó la intervención quirúrgica en el otro. Al mes y medio conoció a su nieta, volvió a ver a su hija y al resto de la familia, y se reincorporó a la vida social que tenía anteriormente», recuerda la hoy Asesora Nacional de la Misión Milagro en Venezuela.

Este final feliz tuvo sus antecedentes en la iniciativa de los Comandantes Fidel y Chávez, que en 2004 permitió que unos 50 venezolanos viajasen hacia el Instituto Cubano de Oftalmología Ramón Pando Ferrer para atenderse sus dificultades visuales. Así nació la Misión Milagro, que hasta este 8 de julio, a 19 años de su creación, ha atendido a más de 1 400 000 pacientes de la Patria de Bolívar.

Este proyecto de salud gratuita y de calidad ha beneficiado a diversos pueblos de América Latina y el Caribe, pues en 2005 se firmó el Compromiso de Sandino, a través del cual se garantizó la asistencia médica a países de la región donde existía una deuda quirúrgica en esa área de la salud.

«En un principio no fue fácil armar todo el andamiaje de la Misión en Venezuela –subraya–, pues se contó con brigadas de especialistas, ópticas y centros oftalmológicos, para darles solución a afecciones como catarata, pterigión, estrabismo en niños y ametropías».

Este servicio es de gran demanda en esta tierra sudamericana, porque existen muchos pacientes que no atienden sus afecciones desde edades tempranas, como debiera ocurrir. De ahí que en cada CDI funcione una consulta en la que se evalúan y captan personas con dificultades visuales, para luego ser remitidas a las instituciones especializadas.

«El andar de la Misión Milagro por toda Venezuela ha sido de gran ayuda para las personas más pobres que no pueden acceder a los servicios que se ofrecen a altos costos en clínicas privadas. Los pacientes nos han dicho que el valor de una cirugía ronda los 1 500 dólares», cuenta la doctora López Stuart.

«Nuestra tarea ha sido mantener ese legado, y 19 años después seguimos aquí. Si en aquel 2004 se hizo historia, historia estamos haciendo en este momento los jóvenes médicos cubanos».

En ese sentido, insiste en que los especialistas de la Mayor de las Antillas llevan a cabo operativos quirúrgicos en los sitios donde mayor demanda exista, a la par que trazan diversas estrategias para sortear las dificultades que hoy golpean a la Misión. De esta manera, actualmente se realizan operaciones de catarata, pterigión, láser de opacidad de cápsula posterior y láser de retina.

«Trabajar en un centro oftalmológico gratifica como profesional y como ser humano. El paciente llega de la mano de un familiar o de la de un amigo porque tiene déficit visual. Muchos no te ven, solo te escuchan. Lograr atenderlos, operarlos y que la respuesta sea que terminen con unidad de visión, es sumamente satisfactorio», asegura Mildred López Stuart. (Tomado de Granma)