Cumplió santacruceño deseo de embarcarse en grandes navíos de madera

Abril, 2022.- Pablo Cardero Vega esperó tener los 17 años para cumplir su mayor deseo vivir en Santa Cruz del Sur y dedicarme a pescar en grandes embarcaciones de madera, rememoró con las pupilas cargadas de aventureras emociones.

Cuando los padres lo despidieron en el muelle de Belic, comunidad del municipio oriental de Niquero, donde nació, él con mucho respeto y cariño les pidió a ambos la bendición para cumplir sus nobles propósitos.

Al desembarcar por el muelle de La Compañía en el bote La Concepción, propiedad de Miguel Lugones, el tren que daba viajes de Camagüey a este municipio estaba detenido.

Hasta ese propio lugar llegaba la vía férrea; había mal tiempo por lo que decidí guarecerme en uno de los coches de pasajeros, vacíos en ese momento, manifestó.

En cuanto dejó de llover quiso buscar refugio en algún otro sitio con mejores condiciones, pero sin apenas dinero en su maleta de madera. Al dar los primeros pasos entre pequeñas lagunas y fango salitroso, tuvo la suerte de encontrar un billete de 20 pesos.

Por ser un joven carismático algunos pescadores le permitieron al entrevistado dormir en los navíos, gran parte de ellos propiedad de los explotadores caseteros.

Quería enrolarme lo antes posible en algún barco. Vicente Suárez, uno de los patrones, viéndome tan interesado me aceptó. En la primera salida él vio que yo tenía condiciones para la pesca de la langosta a pesar de ser muy joven, señaló Pablo.

Cuando el lugareño llegaba a tierra lograba adquirir unos centavos más ayudando a otros pescadores, como Mecho Naranjo, a construir nasas, tejer redes o cualquier otra encomienda que le permitiera ganarse honradamente el dinero.

Tiempo después corrió suerte con los hermanos Pascasio y Roberto Reyes en la pesca del citado crustáceo por la zona de Las Doce Leguas, conocido como la Reina de los mares.

 “Para que Roberto Font o Tico de Armas, dos de los caseteros, pagaran algunos pesos por quintal de langosta teníamos que trabajar como mulos, sin pensar en malestares ni cansancio, no había otra alternativa a a fin de salir a flote, resaltó.

Hasta 1960 el santacruceño Pablo Cardero Vega fue patrón de la Frigorífica número cinco, navío de más de 40 pies de largo, en la que tuvo el respaldo de dos hermanos suyos en la pesca de carey y langosta.

Luego, decidió convertirse en barbero para estar la mayoría del tiempo junto a la novia que pescó amoroso, a quien le solicitó matrimonio cuando ambos eran bendecidos por el viento bueno del sur, concediéndoles más adelante los hijos deseados.