[:es]Cooperativa santacruceña tiene eficaz productora de leche de cabra[:]

[:es]GEDC2769Santa Cruz del Sur, 23 ene.- Maurulis es la criolla constante, la campesina que ama además sus chivos y ellos “me adoran a mí. Lo que les pida a las hembras, los machos o las crías puede darlo por seguro: obedecen. Es cuestión de saber tratar al rebaño sin chillidos”.

La junta directiva de la Cooperativa de Producción Agropecuaria (CPA) Desembarco del Granma, de la cual es socia, le solicitó comenzar a entregar la leche de cabra para el beneficio económico de la unidad productora. “Esto mejoró desde ese momento, hace doce años, los ingresos financieros de la familia”.

José Luis Yordi Carballo posee distinguible fortaleza física. De ancha espalda y rostro colorado, este lugareño acarrea los vocablos campechanos en el diálogo. Primero brinda un trago de café, luego ofrece la amistad. Se ocupa de la protección física de la cooperativa “día y noche porque a los recursos, reportero, hay que tenerles el ojo echado, como a esta tierra en la que vivo”, manifestó.

Su cónyuge llevaba sobre la cabeza el nuevo sombrero de yarey que él le compró. También la rosa blanca entre los negros cabellos para embellecerse de cubanía. “Así se adorna mi media naranja para realizar los ordeños, atender los conejos, los cerdos, el jardín… lo que sea. Yo vivo enamorado de ella, de los dos hijos varones que me dio, de la energía con la que emprende cualquier trajín”.

Una cifra superior a los 100 chivos atiende Maurulis Salazar Matamoros. “Llegué a tener 300, el parasitismo los atacó duro. La ayuda del veterinario y los medicamentos han detenido la mortalidad.

El rebaño se encuentra, gracias a Dios, saludable. De las 12 reproductoras en ordeño hay algunas que dan más de un litro. Volveré a sobrecumplir mes por mes. Sobre mi viejo caballo Tequila conduzco las cabras a las áreas donde hay vasto alimento. Esa es la esencia del asunto”.

La “Desembarco del Granma”, ubicada en la zona de Cuatro Esquinas, distante 50 kilómetros de la ciudad cabecera santacruceña, tenía el compromiso, antes de finalizar el almanaque anterior, de suministrarle a la industria mil 700 litros de ese tipo de fluido, sin embargo se sobrepasó con dos mil 80.

El 90 % del rendimiento provino de las ubres vaciadas por la tenaz campesina y el resto lo consiguió el ordeñador Leonel Figueredo Ávila. En el actual 2017, el plan se eleva a los mil 800 litros.

“En nosotros el amor permanece joven porque no tenemos la voluntad vieja. Cada faena la cumplimos juntos o separados en cada amanecer sin dejar de sentirnos acompañados el uno del otro. Los hijos, el hogar, la finca, la fidelidad, las producciones, son componentes que mi esposo y yo tenemos sementados en los sentimientos”.[:]