Combatiente santacruceño fortaleció pensamiento revolucionario y acción en lucha clandestina

Santa Cruz del Sur, 7 may.- Su ideología revolucionaria no había madurado del todo. Pero había llegado a la conclusión de que era imprescindible hacer algo para echar abajo para siempre las injusticias, los abusos, la pobreza, la miseria y la desigualdad en Cuba.

“Era humillante ver tanta cosas malas durante la dictadura de Fulgencio Batista. Soltar las cadenas de una vez nos haría libres. La única vía posible era la lucha armada.

Pero en ese entonces no teníamos una adecuada dirección”, recordó el octogenario José del Risco Guerra (Pepe), miembro de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana (ACRC) de la localidad.

En su juventud seguía las ideas ortodoxas de Eduardo Chiváz. Nos reuníamos varios compañeros de manera secreta con similares principios partidistas donde valoramos la situación en la que se encontraba la patria. “No se definían, dijo el lugareño, cuáles acciones debían ejecutarse. Todo quedaba en los análisis casi en susurro”.
Llegado el momento éste otrora residente de la comunidad de La Playa, que por muchos años se dedicó a pescar, integró una célula del Movimiento 26 de Julio (M-26-7).

“Realizábamos distintas tareas como la colocación de banderas de la estructura clandestina entre las estacadas cercanas al litoral costero, escribíamos letreros con carbón en paredes de locales públicos en los que exponíamos se fuera pique la tiranía y le dábamos vivas a Fidel, quien ya sobresalía en la lucha como indiscutible líder”, manifestó Pepe.

En compañía de su camarada de ideales Edmundo López navegó en varias oportunidades en un pequeño bote a remos, aprovechando la oscuridad de la noche, para llevar medicamentos, alimentos, vestuarios y calzados a alzados que se encontraban en los montes de San Miguel del Junco, sitio ubicado entre Yaguabo y la comunidad santacruceña de Haití.

Los avisos oportunos de un primo de José del Risco Guerra, que por ser carbonero ayudaba en el cuartel de la guardia rural, le salvó la vida a él y a otros miembros del Movimiento 26 de Julio.

“Estoy vivo de milagro, señaló, pero todas mis energías las he puesto y las continuaré aportando al servicio de la Revolucion Cubana, ahora desde mi casa”.
Este militante del Partido Comunista de Cuba (PCC) aseveró apoya los acuerdos del Octavo Congreso de la organización de vanguardia y rechaza las sucias maniobras de la contrarrevolución interna financiada desde los Estados Unidos.