El valor de las montañas

El valor de las montañasDurante siglos, la humanidad ha dependido de las zonas montañosas y las ha contemplado como hermosos accidentes físico-geográficos, capaces de recrear y sosegar su espíritu.
  
Son la fuente principal de las aguas dulces, acogen y protegen a una buena parte de la biodiversidad del planeta, poseen enormes recursos forestales, minerales y agrícolas, son reguladoras del clima de la Tierra, liberan grandes cantidades de oxígeno y captan el dióxido de carbono.
  
Por esas y otras razones, han desempeñado un importante papel en el curso de los procesos económicos, políticos e históricos de numerosas naciones.
  
Las zonas montañosas, por su propia constitución, morfología, origen y evolución geológica, son lugares muy peligrosos para la vida humana, dada la amenaza de ocurrencia de terremotos, deslizamientos de tierras, erupciones volcánicas, aludes e inundaciones.
  
Sus comunidades se cuentan entre las más pobres de muchos países, numerosos son los obstáculos que enfrentan las poblaciones ubicadas en ellas por su alta vulnerabilidad, en primer lugar, por la pobreza y la falta de atención de las autoridades.
  
El desarrollo sostenible de las montañas se encuentra muy amenazado a causa de las enormes presiones que sobre estos frágiles ecosistemas ejercen la industria, la agricultura, el turismo, la minería y la expansión urbanística.
  
Al talar los bosques en forma insostenible, para dedicar áreas a la agricultura, la ganadería o la minería, se deforestan extensas superficies y el agua corre, desde las mesetas sobre las laderas descubiertas, arrastrando grandes cantidades de suelo fértil que suele llegar a las cuencas hidrográficas.
  
Tal erosión transforma el paisaje y provoca aludes, deslizamientos, desprendimientos e inundaciones.
  
Paulatinamente, los ríos comienzan a contaminarse y sedimentarse, provocando la desaparición y hasta la extinción de especies únicas de vegetales y animales, además de inutilizar para el consumo fuentes importantes de abasto de agua dulce.
  
Por lo general, la degradación ambiental de las regiones montañosas conduce al incremento de la pobreza y el hambre en sus pobladores.
  
La escasez o el deterioro de los principales recursos naturales como el agua, los suelos y la biodiversidad, elevan la probabilidad del surgimiento de conflictos por su utilización o se convierten en la principal causa de la emigración de los montañeses hacia las zonas urbanas situadas en los llanos.
  
De esa forma, las comunidades se van desintegrando o atomizando, y junto con ellas va desapareciendo también su valiosa cultura.
(Lino Luben Pérez/ AIN)