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El complejo camino hacia la conquista de la Copa del Mundo

El complejo camino hacia la conquista de la Copa del MundoUn breve vistazo a la historia de las Copas del Mundo permite cuantificar las potencias futboleras que han logrado coronarse en el evento más seguido por la mayoría de los más de siete mil millones de homo sapiens del planeta, con acceso a la televisión o cualquier otro medio de comunicación.

Apenas Uruguay (1930, 1950), Italia (1934, 1938, 1982, 2006), Brasil (1958, 1962, 1970, 1994,2002), Inglaterra (1966), Argentina (1978, 1986), Francia (1998) y España (2010), pueden presumir de vitrinas adornadas por la ya extinta Copa Jules Rimet.

La FIFA cuenta con 209 naciones afiliadas. Excepto Brunéi, Bután, Guam y Mauritania, el resto transita un tortuoso camino en el que solo llegan a su destino 32.

Cuatro años tienen los técnicos para un certero análisis en su convocatoria de solo 23 piezas. La elección lleva implícita la responsabilidad de levantar la bandera de la cultura, tradición, idiosincrasia y hasta la política de su país, de su gente.

Y son precisamente aspectos extradeportivos lo que en disímiles ocasiones convierten a un equipo en Campeón.

Una vez acreditadas cada una de las selecciones, los atletas tienen los mismos derechos y deberes, sin distinción de razas ni orientación sexual.

No importa si unos leen el Corán, si en la familia de otros prevalecen los musulmanes, si el gobierno de algunos aplica medidas económicas de austeridad, si en la tierra de varios se baila el tango, o si hay quienes entrenan en la ribera del Támesis en Londres; bajo el estandarte del Fair Play todos son iguales y las dosis de orgullo se reparten con equidad.

Para corroborarlo, remítase a las gradas cuando los atletas entonan el himno nacional.

El empuje que proporciona ver a miles de personas gritando, con las caras pintadas e ilusionados, hace que los futbolistas superen los límites de su capacidad atlética. Una fórmula de espiritualidad que actúa como doping.

En una época marcada por la postmodernidad, dominada por la especulación, el mercado, la tecnología de punta afilada, los análisis informáticos y la cotización de los jugadores, factores emocionales cumplen un rol importantísimo, fundamentalmente para los elencos de menos tradición.

Claro, no quiero decir que cualquiera puede coronarse en el reino del balompié. El fútbol no admite chiripazos, sí sorpresas, y no confundir los términos. Al final, los más grandes te “tiran” la historia en 90 minutos.

En Brasil, la fusión de sucesos nos hace disfrutar de un espectáculo único. Una Holanda muy brava en Misión Venganza ya le anotó 5 goles a la titular España; Costa Rica mega organizada le picó las garras a los charrúas; mientras los ingleses, al fin, demostraron que tiene la mejor Liga del planeta pese a perder con la Italia de siempre, enfocada en la presentación.

Entonces, lo de pronosticar se vuelve tarea de locos osados, y no creo que la osadía se aleje del fanatismo.

No olvidar tampoco los errores del arbitraje, los nervios de los recoge pelotas y los agentes del orden público, las lesiones y los conflictos internos por la gama de caracteres en los banquillos. Y qué decir de la suerte.

Realmente, ya perdí la cuenta de los diversos factores objetivos y subjetivos que influyen en un resultado.

Tras los acontecimientos del próximo 13 de julio en el Maracaná, tal vez comprendamos mejor porqué es tan difícil ganar una Copa del Mundo. (Foto: Internet)