Conrado Monier: cátedra de la música en Cuba

Cuando se habla de aporte excepcional a la música en Guantánamo, región de rica cultura autóctona bañada por las influencias del Caribe, populares ritmos centenarios que burlan el paso del tiempo y egregios exponentes de esa manifestación, es imprescindible nombrar al maestro Conrado Monier, considerado una cátedra de la música en Cuba.

Instrumentista, compositor, arreglista, referencia para grandes figuras en esta arte, Monier es de esas personas que hacen a sus coterráneos enorgullecerse.
   
A los 58 años de edad, y alrededor de 35 como creador, ha experimentado su carrera artística en ascenso. Para suerte de quienes lo conocen, la sencillez contrasta con el equivocado estereotipo del artista de renombre.
   
Como el insigne poeta guantanamero Regino Boti -renovador de la lírica cubana de inicios del siglo XX- no precisó emigrar a la capital para sobresalir, desde su terruño natal, a casi mil kilómetros de La Habana; él pule su arte como quien talla el diamante, y ha logrado trascenderlo más allá de fronteras locales y de la nación.
   
Sus arreglos y versiones forman parte obligada del repertorio de los grupos corales de mayor destaque en Cuba, y les ha permitido incluir en sus programas los sones emblemáticos de la Isla, también ejecutados por conjuntos de Venezuela, España, Canadá, Chile y Argentina.
   
Ha llevado su quehacer desde la música de concierto hasta la sonoridad más criolla para fiestas populares; ha brillado, a la par, al frente de varias orquestas y, como intérprete, hace vibrar su inseparable saxofón, instrumento del cual se graduó en 1979 en la Escuela Nacional de Arte.
   
Tiene a su haber la primera adaptación para Orquesta Sinfónica de una pieza del ancestral género Changüí, interpretada en la clausura del Cubadisco 2010.
   
Otro de sus méritos fue el trabajo como orquestador principal y arreglista del programa musical que acompañó la misa oficiada en La Habana por el Papa Benedicto XVI, el 28 de marzo del pasado año, donde Monier otorgó al contexto armónico del suceso religioso fuerte carga de cubanía, pues sus versiones abarcaron ritmos autóctonos.
   
Su más reciente éxito fue la versión vocal e instrumental de la pieza norteamericana “Tie A Yellow Ribbon Round The Old Oak Tree”, interpretada simultáneamente por más de 100 bandas municipales de música y coros del país, el pasado 12 de septiembre, en los conciertos en reclamo de la libertad de los antiterroristas cubanos presos injustamente en Estados Unidos.
   
En esa ocasión, la solicitud del Instituto Cubano de la Música al maestro guantanamero incluyó adecuar, por primera vez en una traducción al español, ese tema escrito en la década del 70 del pasado siglo por Irwin Levine y L. Russell Brown, devenido himno para quienes esperan el regreso de seres queridos.
   
Otra faceta destacada de Monier es su labor como productor discográfico, faena de la cual dan fe varios fonogramas, entre ellos Cantan los niños -que en 1995 obtuvo el Premio EGREM de Música Infantil- y Reparador de Sueños, con la Schola Cantorum Coralina, álbum ganador del lauro especial del Cubadisco 2009.
   
Actualmente, este creador se mantiene ala frente de su conjunto Sugerencia, de música popular bailable. En paralelo, funge como pedagogo en la Escuela de Arte de Guantánamo, trabaja en los arreglos corales de poemas de Regino Boti, y en los preparativos del VII Concurso de Composición e Interpretación Lilí Martínez.
   
En estos momentos también ha sido llamado a colaborar en un programa para la formación de Bandas de Concierto en México.
   
Y es que la música, a él, literalmente le corre por las venas. Hijo primogénito de Conrado Pedro Monier, destacado instrumentista y lutier, y Elisa María Ribeaux, familia, imprescindible para la música guantanamera, se formó entre sones, boleros y changüí.
   
Como buen sembrador ha recogido frutos, entre ellos el Premio de la Agencia Cubana de Derecho de Autor Musical, en 2011. Pero su sencillez sigue intacta, y con una sonrisa siempre para sus amigos, trabaja día a día, con humildad y amor, por la tierra que lo vio nacer y lo tiene entre sus hijos ilustres.
   
El buen amigo y musicólogo guantanamero José Cuenca, en cierta ocasión, asoció a Monier, por su modestia, con el alma botiana y con uno de los poemas del egregio bardo, cuyos versos, por lo apropiado y merecido en este caso, comparto ahora: “Yo tallo mi diamante/ yo soy mi diamante/ Mientras otros gritan/ yo enmudezco, yo corto, yo tallo/ hago arte en silencio”.(AIN)