Chamakovish, una idea cubana de nostalgia y Muñequitos Rusos
La certeza de que la nostalgia vende, y muy bien, garantizó anticipadamente el éxito del Proyecto Chamakovish en la pasada feria comercial Arte en la Rampa.
¿Y cómo no habría de triunfar un estand cuyos protagonistas son los vilipendiados y ahora añorados Muñequitos Rusos? La idea del diseñador Darwin Fornés fue quizás la más original de todas…
Efectivo neologismo que combina el cubanísimo "chamaco" (niño) con el patronímico ruso "kovish". El nombre mismo del proyecto propone un viaje sentimental a la niñez de varias generaciones.
Volk y Záyats (El lobo y la liebre), el perro Rex, la insufrible Orejitas a Cuadros, y Bólek y Lólek saltan de los viejos televisores Krimm a las camisetas y jabas artesanales que vende Chamakovic.
El taller de serigrafía René Portocarrero produjo esta idea de Darwin, inspirada en la popularidad que aún tienen dichos dibujos animados, que no eran todos precisamente rusos. Todo comenzó cuando Darwin se unió a un grupo de Facebook que compartía imágenes de aquellos personajes, y comprobó las emociones que aún provocaban.
"Me pareció que esa nostalgia podía funcionar, porque funcionó en mi. Es un fenómeno social y generacional, hay blogs, comunidades, íconos, hasta los huevos sorpresas tienen una línea dedicada a esos animados", contó el autor a Prensa Latina.
La plataforma de lanzamiento fue más que propicia, porque ninguna feria como Arte en La Rampa tiene tal poder de convocatoria, en el corazón mismo del Vedado habanero, con 80 estands que constituyen todo un bazar contemporáneo de la iniciativa privada.
Desde su creación hace 14 años, este espacio veraniego se ha consolidado como un mercado indiscutible del arte más menos asequible, amén de ser un ágora de intercambio entre poetas, lectores, músicos y artistas de todo tipo.
Entre los patrocinadores de esta gigantesca feria sobresalen el Ministerio de Cultura, la Casa de las Américas, la Asociación Cubana de Artesanos y Artistas y el Fondo Cubano de Bienes Culturales, con cabida para profesionales e independientes que hacen aquí su agosto.
Darwin no está demasiado seguro de que la creatividad tenga que ver con los tiempos, aunque reconoce que las circunstancias sí influyen, y las actuales le ayudaron a materializar Chamakovish.
Nacido en 1984, este diseñador graduado hace un lustro cree que la apertura económica que vive Cuba de cierta manera estimula la creatividad, sobre todo en la búsqueda de nuevos nichos.
En su caso, se concentró en un público adulto, particularmente los nacidos en los años 60, 70 y 80 del pasado siglo. De hecho, en su estand no hay tallas infantiles, porque sabe que los niños de ahora no se identifican con esos personajes.
Entre sus principales retos estuvo reinventar las poses de los personajes, o adaptar al plano serigráfico un orejón tridimensional como Cheburaska, filmado con la técnica de "stop-motion".
"Revivir aquellos años fue muy bueno y emocionalmente intenso", aseguró el creador, quien reconoce que su objetivo es producir y vender, pero con el interés de mantener un estándar de calidad.
"Se quería que Chamakovic aportara valores, pero que se vendiera también, con garantías de éxitos", precisó Darwin, auspiciado además por la Galería Génesis.
Chamakovic nació como proyecto puntual para Arte en La Rampa, pero muchos esperan una continuidad, y que resuciten íconos de la infancia como Mikrovitsh, el Mago Jotavish o Tusa Kutuza.
Para Darwin la idea no es descabellada, y tampoco para el Taller Portocarrero, conscientes ambos de que la nostalgia vende. Y muy bien.
Por Charly Morales Valido/ Periodista de la Redacción Cultura de Prensa Latina