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Las Primaveras Árabes, algunas aproximaciones

Las Primaveras Árabes, algunas aproximaciones
La extrema confusión sembrada en la llamada opinión pública mundial, incluso en organizaciones de la izquierda, con respecto a las llamadas Primaveras Árabes, es consecuencia de la utilización oportunista, por parte de los ideólogos occidentales, encabezados por los diseñadores de políticas estadounidenses, de estos movimientos populares de lucha contra regímenes corruptos y opresores en el Medio Oriente y el Norte de África.

Lo que nació como una verdadera aspiración de estas naciones en las que se generaron las Primaveras, dio oportunidad a Estados Unidos, emboscado en busca de nuevas variantes de intervención depredatoria en regiones ricas en recursos, para utilizarlas para conseguir sus propios objetivos.

Ya estaban gastados los muy utilizados ardides de la lucha contra el terrorismo y el hacer frente a los dirigentes de los estados que eran acusados de apoyarlo. Lo conseguido en Irak y Afganistán, había costado mucho dinero, y lo que es peor vidas de soldados occidentales.

¿Por qué no aprovechar los movimientos espontáneos, las Primaveras Árabes que se generaron en algunos países árabes donde las masas reclamaban transformaciones democráticas?

Había que hacer una diferenciación, podrían haber conjeturado los que toman las decisiones en los países del centro capitalista.

Esos gobernantes a cambiar debían ser analizados según los intereses de las naciones y de acuerdo a los proyectos generados en las capitales europeas y en Washington.

Muchos de ellos eran dictadores, renegados de revoluciones mediatizadas, o autócratas monárquicos, instalados en sus países por occidente, después de la transformación geopolítica consecuencia de la Segunda Guerra Mundial y la desmembración de los imperios coloniales.

Así, los temas de la defensa de los derechos humanos, la opresión y represión de minorías étnicas o religiosas podían, según los estrategas imperiales, ser utilizadas como enmascaramiento para cambiar a gobernantes que era necesario derrocar, o, si por el contrario eran, amigos de Europa y Estados Unidos, y dóciles a sus dictados mediatizar la llamada Primavera Árabe local, para que continuaran en el poder.

Después de Afganistán e Irak, las guerras humanitarias o antiterroristas, podrían haber caído en saco roto, había que inventar nuevas coartadas para continuar la labor depredatoria del imperialismo global si las Primaveras Árabes no hubieran abierto nuevas posibilidades de “intervención”.

Ya han sido mediatizadas, dosificadas o desviadas las que se generaron en Túnez, Egipto, Kuwait, Qatar o Bahrein, entre otras; han logrado los objetivos en Libia y la última se está desarrollando en Siria.

Todavía se buscan y realzan pretextos para avanzar en lo que podría llamarse una Primavera Persa, pero cuidado, esas intenciones podrían desembocar en un eterno invierno nuclear, como ha señalado Fidel Castro.

Ariel Larramendi/Radio Rebelde