Otra infundada mentira imperial contra Cuba

Otra infundada mentira imperial contra CubaEstados Unidos, artífice de actos de sabotajes premeditados para intervenir en casi cualquier parte del planeta con el aderezo de una avalancha mediática, acusa a Cuba de ser un “Estado patrocinador del terrorismo internacional”.

Si no fuera por las siniestras pretensiones que encierra la cínica impugnación unilateral del Imperio, los cubanos de esta Isla se carcajearían desde el Cabo de San Antonio hasta el Faro de Maisí.

Pero no, detrás de la aberrante difamación está el pretexto para continuar el despiadado bloqueo contra el pequeño país del Caribe que ha subsistido y desarrollado su socialismo en las mismas narices de EE.UU., cuyo desafío no lo perdonan y en consecuencia lo castigan a como de lugar.

La Casa Blanca y sus poderosos medios informativos, acallan de Cuba la verdad: no dicen que EE.UU. ocupa un pedazo de Guantánamo en contra de la voluntad de la Isla y en esa base militar mantienen presos a seres humanos de diferentes confines del mundo, a los cuales torturan salvajemente sin imputarles legalmente una causa, basta solo sospechar que son terroristas y lo confiesen a golpes y zambullidas.

Y silencian, sin embargo, el hecho de que cinco jóvenes cubanos antiterroristas fueron cruelmente sancionados a largas penas en cárceles federales estadounidenses, mientras el connotado y confeso dinamitero de C-4, Luis Posada Carriles, es personaje insigne predilecto de Obama, tal cual fue de Bush, al igual que Bin Laden, hasta el día que les hizo sombra.

En las fabricaciones de pretextos, los gobiernos norteamericanos gozan de continuidad histórica: el 15 de febrero de 1898, el presidente William McKinley declaró la guerra a España tras la “voladura” en el puerto de La Habana del acorazado Maine que saltó por los aires y perecieron 254 tripulantes y 2 oficiales a bordo en su mayoría negros. Sin esperar el resultado de una investigación, la prensa sensacionalista de William Randolph Hearst publicó al siguiente día “El barco de guerra Maine partido por la mitad por un artefacto infernal secreto del enemigo”. El agujero de la voladura del Maine fue representado con la falsedad ingenua de la foto de un eclipse de sol.

La comisión investigadora española demostró que la explosión fue de adentro hacia fuera y no externa como aseguró la estadounidense, debido a que ni siquiera había peces muertos en el entorno al pretexto bélico.

¿Qué parecido al derribo de las Torres Gemelas el 11 de septiembre?, hechos tras los cuales la Casa Blanca se opuso a cualquier investigación, a pesar de las demandas de los familiares de las víctimas. Sin embargo, especialistas, bomberos, arquitectos y testigos silenciados, coincidieron en que fue una implosión de arriba a bajo del World Trade Center.

La justificación patriotera amplificada por los medios surtió el efecto esperado y el combate USA contra el terrorismo encontró puertas abiertas a las intervenciones de Iraq, Libia, Afganistán, Siria… y más allá de los corredores de aviones tripulados despejaron el cielo ajeno para los drones que asesinan a cuanto se mueve debajo de sus bombas.

Algún día este dramático pretexto saldrá a la luz, y quizá también se revelará la verdadera historia de los dos hermanos chechenos musulmanes, a los cuales les achacan el atentado de la maratón de Boston, y no el dudoso guión prefabricado de una confesión firmada por el “terrorista” sobreviviente en estado crítico.

Si en cualquier punto inaccesible de la geografía internacional hay un médico, una enfermera y personal cubano para salvar vidas, educarlas y dignificarlas; por el contrario, en muchos más lugares del orbe hay botas militares manchadas de sangre y fusiles estadounidenses prestos a disparar a civiles sin distingo de edades. ¿No es entonces bochornoso que Estados Unidos acuse a Cuba de la culpa indiscutible del terrorismo de Estado, característica distintiva de su política exterior de rapiña?

Por Rolando Sarmiento Ricart/ Colaborador de Radio Cadena Agramonte