El cubano falsamente inculpado por derribo de avionetas

Más de siete meses después de que los cubanos Gerardo Hernández, Fernando González, Ramón Labañino, Antonio Guerrero y René González -Los Cinco, como se les conoce mundialmente-, fueran arrestados y acusados, el gobierno de EE.UU. presentó un nuevo cargo contra uno de ellos.

Estos hombres habían sido juzgados arbitrariamente y sentenciados a excesivas condenas, por luchar contra el terrorismo, impedir las acciones de esos grupos violentos contra su país y salvar la vida de sus compatriotas.   
   
La víctima de dicha imputación fue Gerardo, esta vez de conspiración para cometer asesinato en primer grado.
   
El fabricado cargo apareció después de una campaña pública promovida activamente, en Miami, por un grupo de individuos dudosamente considerados periodistas y registrados como tal en la nómina del gobierno norteño.
   
Luego de un amañado proceso judicial, de apelaciones y resentencias, la batalla legal de Los Cinco se concentra, ahora, en la solicitud de Habeas Corpus o Apelaciones Colaterales, y es el caso de Gerardo el más difícil.
   
En primera instancia, la decisión corresponde a la misma jueza que los condenó en Miami en 2001, Joan Lenard, por lo que este año 2012 será decisivo para conocer el resultado de dichas peticiones.
   
Miguel Álvarez, asesor del presidente de la Asamblea Nacional del Poder   Popular, Ricardo Alarcón, y conocedor de ese proceso judicial, explica en diálogo con la AIN, la complejidad del caso de Hernández Nordelo.
   
Comentó que su situación es la más compleja, porque tiene dos cadenas perpetuas, y una de ellas por el cargo de asesinato.
   
De ahí que su Habeas Corpus esté dedicado, esencialmente, a desmontar la acusación identificada como cargo tres, que refiere que el acusado conspiró para perpetrar asesinato, es decir, la muerte de seres humanos con intención criminal y premeditación en la jurisdicción marítima y territorial especial de los EE.UU., precisa Álvarez.
   
O sea, se le culpa por el incidente que tuvo lugar el 24 de febrero de 1996, cuando las avionetas modelo O2, piloteadas por miembros del violento grupo Hermanos al Rescate, radicado en Miami, fueron derribadas por decisión soberana del gobierno cubano.
   
El hecho fue liderado por José Basulto, un veterano agente de la CIA, involucrado en muchas acciones paramilitares contra Cuba desde 1959, incluida la invasión de Bahía de Cochinos y una serie de atentados contra la vida del líder de la Revolución cubana, Fidel Castro
   
Pero cuando Los Cinco fueron detenidos hacía ya dos años que la acción había tenido lugar, fíjense bien, DOS AÑOS ANTES.
   
Como recordara Alarcón en una ocasión, ya el espacio aéreo de la Isla había sido violado 25 veces, y se les advirtió que no se les toleraría más.
   
El 24 de febrero es día de fiesta nacional, se celebra el inicio de la última guerra de independencia, y era el último sábado de Carnaval. En el Malecón habanero había, además, cientos de personas disfrutando de una competencia deportiva. Realmente era muy peligrosa la entrada de esas avionetas.
   
Ya se ha insistido, y demostrado, en múltiples ocasiones, que Gerardo nada tuvo que ver con ese hecho. Ese día él estaba en Miami, y no en la Torre de Control del aeropuerto. Además, no piloteaba ningún avión.  
   
Pero recordemos que por aquellos días, cuando Los Cinco fueron arrestados, ocurría a la vez el suceso del niño cubano Elián González, quien fue sacado del país por su madre sin el consentimiento del padre, para dirigirse a Miami.
   
Elián regresó a Cuba justamente cuando se inició el proceso contra ellos, y la  frustración, la rabia que ello provocó en los círculos de Miami fue enorme e influyó decisivamente en el proceso.
   
La acusación contra Gerardo puede verse, entonces, como un intento de compensar a esa gente. Pues, en todo el proceso no existió prueba alguna ni evidencia que lo vinculase con el lamentable incidente del 24 de febrero.
   
A Hernández Nordelo no lo acusan de asesinato, sino de conspiración para cometerlo, algo absurdo y sin precedentes en la historia judicial norteamericana.
   
Con él se cometió, advierte Álvarez, una violación de carácter constitucional. Al ser acusado de asesinato en primer grado, tenía derecho a declarar en el juicio a su favor y no lo pudo hacer.
   
De haberse efectuado un juicio separado para ese cargo, sus compañeros podrían haber declarado también, sin temor a ser incriminados por lo que dijeran, añadió.
   
En ese sentido, y desde el punto de vista legal -afirma-, hay un elemento que tiene que ver con la defensa ineficaz del abogado, quien equivocó la estrategia, al prestar demasiada atención al hecho relacionado con el lugar donde cayeron las avionetas, y no a demostrar que Gerardo nada tuvo que ver con eso.
   
A pesar de ello y de lo complejo del caso, Álvarez reconoció que la Apelación Colateral es hoy mucho más sólida y técnicamente más fuerte. (Por Ana Ivis Galán García, AIN)