Protestas, crisis, guerras…
Para un fundamentalista religioso este bien pudiera ser el final de los tiempos. Y aunque no es menos cierto que la humanidad está en grave peligro de extinción, urge hacer hasta lo imposible por evitar la hecatombe.
Descontento popular, manifestaciones, y reclamos florecen por estos días en muchos países del orbe, en unos lugares con mayor fuerza, en otros con menos, pero en todos el trasfondo es el mismo: la crisis económica mundial, pues precisamente es de donde han brotado las crisis políticas más recientes.
La juventud es protagonista importante. ¿Qué futuro tendrán quiénes no tienen trabajo ni esperanzas de emplearse cercanamente en el tiempo. ¿Cómo podrán construir una familia, criar a los hijos con un mínimo de condiciones?
¿Cómo vivir en un planeta contaminado y contaminante? ¿Cómo educar en el amor cuando el odio y la violencia, la guerra y la muerte acaparan los titulares noticiosos?
¿Cómo solucionar los conflictos internos en paz cuando detrás de cada uno de ellos está listo el imperio yanqui para sembrar dolor y así acallar la voz de los pueblos con represión, bombardeos y asesinatos, en nombre de la polémica ´protección de civiles´?
A todos nos afecta, en mayor o menor medida, la situación mundial, aunque las cosas más terribles no las estemos padeciendo. De todos depende una solución viable sustentada en la premisa de trabajar por el bien común. No se puede pensar en dejar la búsqueda de soluciones para más tarde, aquí el tiempo es algo que está en contra.
Hoy es un buen día para replantearse cómo aportar nuestro esfuerzo en pos del futuro. Tomar partido por el trabajo honesto, fuente de todos los progresos, y unirnos en un solo frente de acción por la patria, las conquistas de la Revolución y el Socialismo, para así garantizar la continuidad de una obra donde el ser humano es lo más importante y en función de su bienestar se piensa y se hace todo. (Redacción Digital/ Radio Santa Cruz)