Movimientos sociales, techo de vidrio

Movimientos sociales, techo de vidrioHay que recordar por estos días lo que recientemente algunos personeros imperiales acariciaron e, incluso, explayaron por medio de su torrente mediático. Y es que a raíz de las manifestaciones populares en Oriente Medio, que aun con la injerencia mediatizadora de los agentes de Washington y Europa Occidental lograron cambios de gobierno en Egipto y Túnez, no pocos percibieron la posibilidad de aplicar similares fórmulas en Cuba.

Incluso algunos esbozaban ya en sus trasnochados sueños las calles de La Habana colmadas de gente demandando cambios del giro revolucionario adoptado por la Isla hace más de medio siglo, e incluso llegaron a estimular entre su quinta columna interna el trabajo de desinformación y distorsión pertinente.

Sin embargo, es de imaginar la cara de sorpresa y disgusto de esos centros desestabilizadores ante las noticias de que las protestas populares, lejos de acontecer en estas tierras tropicales, han estallado precisamente en la propia casa de los “soñadores”.

Justo para cuestionar pública y masivamente los pecados y anomalías de ese sistema que, aun cuando se dice democrático, resulta hoy más excluyente y asimétrico que nunca.

Madrid y otras ciudades españolas, por ejemplo, han sido escenarios de continuas protestas a las cuales, dicho sea de paso, la prensa imperial le ha estado ofreciendo bajo perfil a pesar de su magnitud; mientras, en otras naciones de la zona euro, apabulladas por la crisis económica venida desde los Estados Unidos en 2008, se empiezan a reproducir los similares escenarios vigentes hoy en tierras ibéricas.

Es que realmente, el Viejo Continente, desligado de las ideas europeístas de sus antañas dirigencias, con fuerte influencia de las tendencias derechistas y reaccionarias, uncido a los programas neoliberales imperiales, y cada vez más dependiente política y militarmente de Washington, es terreno ideal para semejantes reacciones populares.

De hecho España, Grecia, Portugal e Italia, entre otros estados, han sido objeto de malas calificaciones de los organismos económicos internacionales a partir de sus enormes déficit fiscales, mientras naciones punteras como Alemania y Francia, han debido asumir advertencias serias en ese sentido.

En España en concreto, el desempleo afecta al 21 por ciento de la fuerza laboral, y entre los jóvenes se acerca al 50 por ciento; en otros patios las huelgas y protestas contra las medidas de ajustes económicos antisociales son pan diario en la mesa.

En materia de protestas y descontentos el asunto va más allá de los deseos de algunos, con más razón cuando quienes acarician desgracias para otros tienen el cieno a la altura de gaznate. (Por Néstor Núñez, AIN)