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Yenigladys paseó la bandera entre los tiros de Santiago 2023

Santiago de Chile, 20 nov.- Tres puntos de diferencia sobre su rival antes del último disparo, en la final de la pistola a 10 metros de los VII Juegos Parapanamericanos, parecían una ventaja imborrable para Yenigladys Suárez.

Solo un registro impropio de quien iba rumbo a romper el récord parapanamericano le haría perder la medalla de oro.

Desde la cabina de los jueces anuncian la ventaja sobre la costarricense Paola Arana y algo más: un tiro escasamente superior a los nueve puntos puede destrozar su propia marca de Lima 2019, el vigente récord parapanamericano.

La tensión se adueña de la ajustada sala del Polígono de Tiro de Pudahuel, los aplausos aumentan su cadencia y disminuyen luego hasta el silencio. Si no se escucha la respiración de cada persona es porque todos la cortan y apuntan junto a las dos tiradoras en competencia.

Osleyni Soca repite como consuelo que «tiene que ser muy malo el tiro para que desperdicie una ventaja así». Yenigladys no lo escucha, en realidad no escucha a nadie. Permanece absorta, solo ella y su pistola cuentan.

Por dentro va la procesión: su fortaleza mental a prueba de sismos se tambalea ante la remota posibilidad, percute en la concentración como el martillo al fulminante.

«No va a pasar, imposible que haga un tiro tan malo, no puede salir un siete después de tantos 10», se escucha en voces bajas, como susurros.

Suena el disparo y todos vuelven la vista hacia la pantalla que anuncia la puntuación. Y aparece el siete como una pesadilla. Las fracciones de segundo que transcurren entre el balazo de la cubana y el de su rival se antojan eternos, hasta que sale el mismo siete al otro lado.

La confirmación de la corona hace que Soca brinque la barda y caiga sobre “Yeni” con la bandera cubana como atuendo de gloria y orgullo.

La pasea en sus hombros la campeona y la exhibe abriendo sus manos. Ha cumplido la meta por la que está aquí, otra vez campeona parapanamericana. Ya sabe, desde hace tiempo, que su gesta no tiene sitio en la agenda del olvido.

«Estoy muy contenta, pude cumplir con el compromiso que tenía con mi país, con el Inder, con la Revolución Cubana que hace posible que estemos aquí», atinó a decir luego de reposar las tensiones. Además valoró como muy difícil la competencia y exaltó la inesperada resistencia de su rival.

Un rato antes, Alexander Reina no pudo cumplir el pronóstico que se tenía: el ánimo exacerbado le jugó la mala pasada de soltar un tiro de más, quizá por el exceso de confianza que le dio terminar primero en la fase clasificatoria.

Tras la penalización correspondiente, no pudo recuperarse y perdió posibilidades de subir al podio, cuando se esperaba de él nada menos que el título.

Sin embargo, a falta de confirmación hubo sorpresas y Di Angelo Lóriga tomó el estandarte caído y lo subió hasta el segundo puesto de la competencia, que no fue el primero por apenas nueve décimas de ventaja del estadounidense Marcos de la Rosa.

«Tenía mucha confianza en que podía acceder al podio. No sabía de qué color, pero estaba seguro de que podía conseguir una medalla. Estoy muy contento, fue muy reñido y se vio que me separó muy poco del título. Ese es el fruto de todo el trabajo que hemos realizado», valora mientras esboza una sonrisa tan tímida y liviana que hace olvidar la enorme magnitud de su proeza. (Tomado de Jit)