[:es]Nieto de mambí santacruceño siente, aún hoy, su fuerza (+ Fotos)[:]

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Ada María Enma una de las cuatro hijas de Amado Ábalo Ramírez, quien fuera soldado del Ejército Libertador, le entregó a su sobrino Antonio Ábalo Viamontes el expediente de licenciamiento del padre. “Yo soy nieto del insurrecto. Mi tía recibió todo eso de las manos de su madre Francisca Basulto Rosabal, al morir esta, ella decidió confiarme los documentos antes de fallecer”.

Dice haberlos repasado minuciosamente en varias oportunidades. “Casi me sé el expediente de memoria, donde asimismo aparecen cuestiones relacionadas con la pensión que obtuvo el combatiente”, comentó.

El jubilado del Ministerio del Interior (MIININT) permite al reportero buscar más detalles en los añejos papeles, bastante bien cuidados.

Uno de los escritos firmados por el teniente coronel Pedro de la Vega señala que en sesión celebrada el 27 de abril de 1899, por la junta consulina bajo la presidencia del representante de la hueste el Mayor General Máximo Gómez se concedió licencia absoluta al veterano por su espontánea voluntad al alcanzar el grandioso ideal de la independencia de la Isla.

“No conozco nada de sus combates. Sólo sé que perteneció al tercer cuerpo en las tierras de Camagüey. Las tropas por esa etapa eran comandadas por Gómez tras caer en combate el Mayor Ignacio Agramonte.

El padre de mi abuelo Diego Félix Ábalo Cartaya, sí peleó en las tres guerras. Fue lesionado en una pierna, la herida le afectó la extremidad. Mis parientes contaban que atado a la montura de la cabalgadura luchaba contra los españoles, hasta ser apresado por el enemigo. No se sabé si el alférez, esa era su jerarquía, fue deportado para Jamaica o Venezuela, por allá murió”.

Amado estuvo en la manigua desde el 15 de enero de 1895 hasta el 24 de agosto de 1898. Tras dejar descansar el machete de contienda el agricultor volvió a unirse a los seres queridos en la finca San Adela, ubicada en el barrio Guaicanamar (hoy comunidad Flor de Mayo), alejada más de 30 kilómetros del emporio cabecera.

Debía comenzar a disfrutar de la pensión ascendente a 300 pesos a partir del 24 de julio de 1934, sin embargo le hizo cartas de reclamación en los primeros días del mes de marzo del siguiente calendario al presidente de la República de Cuba coronel Carlos Mendieta y Montefur, así como a la Secretaría de Hacienda, señalándole que habían pasado largos meses y su expediente de pensionado no había sido resuelto.

Desde la Secretaría de Hacienda de La Habana se le contestó habérsele dado la orden de resolver tal situación al administrado-pagador de la zona fiscal agramontina, a fin de que el nombre de Ábalo Ramírez se asentara en el registro de convenido. Recibiendo  definitivamente el pago.

Antonio protege el fusil Winchester de fabricación norteamericana empleado por el subordinado de Máximo Gómez. “Cuando lo toco siento la fuerza mambisa de mi abuelo en esta arma”.

Amado Ábalo Ramírez dejo de existir en su propia morada el tres de febrero de 1939 a causa de un colapso y tuberculosis pulmonar, según diagnóstico en el certificado de defunción el doctor Oscar Freyre Miranda.

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