Madre espiritual de muchos niños se siente enfermera obstetra santacruceña

No pudo impedir el desprendimiento espontáneo de una larga lágrima. Se emociona sin perder la humildad de su compostura. Escogió una carrera sin saber su real significado, ni lo que representaría para ella 30 años después de haber egresado. “Faltaban pocos meses para terminar los estudios preuniversitarios, no había definido qué estudiaría. Me decidí por la enfermería, nada sabía sobre eso, aunque presentí sería interesante”.

 

Durante la labor profesional ha considerado el perfeccionamiento un aliado estupendo, que tanto inspira al trabajo provechoso. A Mercedes Patricia la siguen los apellidos Milanés Moya. Orgullo expresa por la herencia transferida de sus padres. “Ellos me pedían, aprovechara lo que la Revolución cubana me facilitaba. Lo materialicé”.

 

Tiempo después se integra a un  postgrado de obstetricia. “Es una especialidad por la que me interesé en conocer a profundidad. Tenía algunos conocimientos… sí requería prepararme mejor”. Al concluir ese curso comienza a formar parte del equipo obstétrico  en el Hospital General José E. Santiesteban Báez, de Santa Cruz del Sur.

 

El seguimiento de las gestantes próximas al alumbramiento, requiere de cuidados específicos para garantizar un trabajo de parto óptimo. “Resulta importante ofrecerle apoyo psicológico tanto a la paciente como al familiar acompañante, ya sea el esposo, la madre de esta o cualquier otro”.

 

Toda atención es primordial durante el estado materno y fetal; el tono de la dinámica uterina; auscultar el foco fetal y los parámetros vitales (pulso y temperatura). Patricia, como la llaman sus compañeros, refiere, “que otras de las cuestiones solicitadas en ese proceso es el estímulo del pezón: produce aumento de las contracciones, favoreciendo el incremento en los niveles de la dinámica uterina en frecuencia e intensidad”.

 

El modo de respirar, al venir las fatigosas contorsiones, le es enseñado, así como el modo de pujar en los umbrales del nacimiento. “Creadas las condiciones se coloca a la embarazada con las piernas abiertas a fin de que el feto se encaje en el canal de parto, ayudando a la dilatación del cuello uterino”.

 

La llegada de cada bebé le permite decir: “He obrado bien en colectivo para alegría de la progenitora, la familia y la Salud Pública. No podría decirle cuántos niños o niñas he recibido en todos estos años, donde se incluyen los 24 meses que cumplí misión internacionalista en la República Bolivariana de Venezuela. Es una felicidad escuchar su primer llanto, besarlos y verlos crecer convertidos en jóvenes profesionales… trabajadores en distintas esferas. Me conlleva a sentirme madre espiritual”.

 

Ilustrar al nuevo personal de enfermería interesado en la especialidad, es deber sagrado. “Así le doy también gracias a Dios, porque puedo compartir lo que sé. Del relevo no nos podemos olvidar”.

 

Correspondencia

 

 

Al personarnos hace unas horas a esta institución, habían nacido tres varones y se esperaba la llegada de una hembrita. La propia Milanés Moya nos llevó a conocer los recién nacidos. Las progenitoras y las que esperan por serlo recibieron joviales, en la sala de obstetricia donde están acogidas, a la carimástica enfermera, a la que amorosamente llaman “Seño”.

 

Rosabel Sosa García, se mantiene al tanto del diminuto Gerardo Roberto. “El primer nombre es por su abuelo paterno, ya fallecido. El se hubiera puesto feliz con  su nietecito. Convertirme en madre es lo máximo. Las atenciones hacia nosotras son especiales. Los médicos y las enfermeras no nos pierden ni pie ni pisada”.

 

“Enfermeras como Patricia hay muchas, pero ella es única. Nuestros hijos son sus hijos. Cuantas veces la vea y lleve conmigo a mi nené Enmanuel, le pediré: dale un besito, ella fue la enfermera que te ayudó a nacer”, nos confirma Marisleidi Avilés Blanco.

 

Yudeisi Lisa Zamora, significó, son muchas las emociones que siente tras haberse convertido en madre. “No sabría el adjetivo más idóneo a emplear. Sencillamente soy feliz. Arle, nació sano, es otro logro. No se tiene que dar nada a cambio al ser asistidas… Les damos las gracias a quienes nos atendieron”.

 

Tras horas de contracciones entre suaves y fuertes, Yeineris Roca Hernández es llevada al local donde se encuentra el salón de parto. El examen físico realizado por el galeno de guardia daba la señal, todo se encontraba listo. El  ansiado deseo estaba por cumplirse.

 

 Pocos minutos bastaron. Una hermosa criatura nombrada Reiseli, asomaba la enaltecida cabecita. El médico que condujo el nacimiento y una enfermera neonatóloga, le ofrecieron los primeros cuidados.

 

“En este mismo sitio nací. Mami me dijo que la seño Patricia estuvo ese día a su lado sin apartarse ni un milímetro, ahora lo hizo conmigo. Para ella, las demás enfermeras y los médicos, un término basta: ¡Gratitud!”

 

Al concluir la faena periodística 195 gestantes habían dado a luz en la localidad, 102 varones y 93 hembras. Las voces autorizadas del PAMI (Programa Materno Infantil) informaron, se prevé que otras 111 féminas hagan su alumbramiento al terminar el segundo trimestre del año, el último martes de junio.