La Casa del Ron en Varadero, balneario de Cuba
La Casa del Ron de este occidental polo turístico se ubica en el entorno del recién estrenado boulevard varaderense, sitio de unas siete hectáreas entre las calles 62, 63 y 64 de la localidad, que dispone de moradas para otros dos productos emblemáticos de la isla: el café y el tabaco.
Durante un encuentro en la instalación ronera con periodistas, Osmany Martínez, director del inmueble, explicó que la idea de la Casa es brindar cultura e información para que los clientes conozcan cómo se hace el buen ron cubano, el cual parte para su fabricación de las mieles de la caña de azúcar.
En un primer salón se encuentra una maqueta en la cual se explica desde la entrada de la caña a Cuba, en el segundo viaje de Cristóbal Colón a esta área geográfica, además de los inicios de la industria azucarera y el fomento de las destilerías para elaborar el licor.
El croquis abunda sobre la extracción de los alcoholes, la labor de los primeros trapiches, el empleo de mano de obra esclava traída de África en los cañaverales de la ínsula, y la extracción de las mieles que dan el ciclo para obtener los diferentes tipos de aguardientes.
‘Los rones son las combinaciones de las madres de añejamiento, siempre en barriles de roble blanco porque las maderas, los cuerpos leñosos, tienen tanino y el roble es muy rico en tanino’, comentó el especialista.
A una pregunta de Prensa Latina expresó que ‘ofrecemos las distintas variedades de esa bebida cubana, donde el Havana Club es el preferido por los clientes aunque en sentido general todas las marcas tienen aceptación, y en cuanto a cocteles los más gustados son los tradicionales como el mojito y el daiquirí’.
‘La Casa abrió sus puertas el 22 de diciembre de 2001 y es muy visitada por turistas extranjeros y nacionales, que buscan conocer más de la historia de Cuba. Existe además un bar para el rescate de la coctelería cubana, por lo tanto, tenemos dos valores añadidos: maqueta y bar’, enfatizó.
‘El ron cubano es bueno porque tenemos buenos maestros roneros, que le dedican mucho tiempo a la calidad de este producto a través del proceso de añejamiento. Contantemente están al tanto de las fechas, con un cuidado exquisito y a partir de ahí empiezan a mezclar las diferentes madres.
Lo fundamental –subrayó- es que no se acelera ningún proceso en la fabricación, por eso se obtiene una bebida agradable al paladar.
‘Combinamos en este recinto el placer de degustar un buen licor, con el conocimiento de las raíces históricas de un producto del país líder en los mercados internacionales’, destacó Martínez. (Prensa Latina)