En mañana de la Santa Ana sangre de jóvenes valerosos coloreó estrella solitaria
Santa Cruz del Sur, 27 jul.- En la mañana de la Santa Ana la sangre de los jóvenes valerosos de la Generación del Centenario coloreó aún más de patriotismo la estrella solitaria. Más que irrigar las ideas revolucionarias se hacía necesario tomar las armas, luchar sin miedo contra los que oprimían los sueños de libertad y bienestar del pueblo cubano.
Fidel, el líder de los revolucionarios, quedaron en el acuerdo de atacar el cuartel Moncada en Santiago de Cuba, por las reconocidas tradiciones de lucha de esa región oriental de Cuba.
Se planeó además tomar simultáneamente el cuartel Carlos Manuel de Céspedes de Bayamo y destruir los puentes sobre el río Cauto, para evitar que la dictadura enviara refuerzos por esa vía. Era insoportable las condiciones en que vivían los humildes de esta tierra. La lucha armada era el camino correcto. La estrecha vinculación con las masas populares era esencial.
La fecha escogida por los máximos jefes del movimiento para las mencionadas acciones fue el 26 de julio del año 1953. Era domingo y día de carnaval en la ciudad santiaguera. Antes de salir más de 120 hombres de la granjita Siboney a cumplir las misiones se dio lectura al Manifestó del Moncada redactado por Raúl Gómez García con la orientación de Fidel. Se llamaba a levantar el espíritu nacional para proseguir la revolución iniciada por el Padre de la Patria y continuada por José Martí y demás próceres cubanos.
Aunque los ataques a ambas fortalezas militares al servicio del régimen de Fulgencio Batista fracasó militarmente debido a que el factor sorpresa no se produjo como se esperaba, los jóvenes de la heroica Generación del Centenario demostraron ser fieles seguidores de la doctrina martiana. En cada uno de ellos distinguía la sencillez, el heroísmo, la abnegación y la absoluta confianza en Fidel. (Imagen tomada de Internet)