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Cuba no olvida a sus héroes en aniversario de la Operación Tributo

La Habana, 7 dic.- Cuba recuerda hoy aquel momento solemne para la Patria en que, bajo el nombre de Operación Tributo, se trasladaron al territorio nacional y se inhumaron los restos de los caídos en la gesta internacionalista en África, hace 34 años.

Fueron las exequias de dos mil 85 cubanos que murieron en la lucha por la soberanía en ese continente, que contó con el apoyo de las fuerzas de Cuba.

Aquel 7 de diciembre, la ceremonia nacional se desarrolló en El Cacahual, mausoleo que guarda los restos del Lugarteniente General Antonio Maceo y su ayudante, el Capitán Francisco Gómez Toro, caídos en combate en igual fecha, pero de 1896.

No fue casual entonces que el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, líder de la epopeya internacionalista, escogiera ese altar sagrado del país 93 años después para honrar a sus hijos más audaces y acompañar el dolor de familias devastadas por las secuelas injustas que dejó la guerra.

Han pasado 34 años y en Cuba todavía se habla de aquella gesta internacionalista del África, en la que al menos un hijo, un hermano o un amigo perdió la vida; una herida honda de la que aún es difícil recuperarse.

Camagüey, fue escenario ya habitual en esta jornada, de una merecida y ya habitual honra a aquellos que dieron su vida en una de las hazañas más grandes protagonizadas por este pueblo, el mismo que cargó sobre sus hombros, en medio del llanto y el silencio sobrecogedor de aquel diciembre de MIL 989, la dignidad y la gloria de una nación hecha hombres.

La ceremonia de 1989 incluyó a los más de dos mil fallecidos no solo en Angola, sino también a los que cayeron en Etiopía y en otros países como sucedió en Nicaragua.

Esa operación fue posible mediante el trabajo minucioso de los investigadores del Instituto de Medicina Legal, a cargo de la identificación y preparación de las reliquias de los combatientes en el Cementerio de la Misión Militar Cubana en Angola.

Se crearon y acondicionaron, además, las infraestructuras en todos los camposantos del país para dar el descanso eterno a sus combatientes en los panteones de los caídos en misiones internacionalistas.

Han pasado 34 años y en Cuba todavía se habla de aquella gesta en la que al menos un hijo, un hermano o un amigo perdió la vida; una herida honda de la que aún es difícil recuperarse.

Sus restos descansan de forma simbólica en la misma Patria que los vio partir un día en total incertidumbre, pero con la disposición de extender su solidaridad y de hacer justicia.

El transcurso implacable del tiempo no borrará una de las hazañas más grandes protagonizadas por este pueblo, el mismo que cargó sobre sus hombros, en medio del llanto y el silencio sobrecogedor de aquel diciembre de 1989, la dignidad y la gloria de una nación hecha hombres. (Tomado de la Agencia Cubana de Noticias)