El último abrazo de Genaro Brito Vargas
Santa Cruz del Sur, 11 sep.- A pesar de la patética situación económica que afrontaba la familia y con solo veintidós años de edad, Genaro Andrés Brito Vargas nunca perdía el sentido del humor. Era muy alegre.
En Pino 3, comunidad de Haití se rinde homenaje perpetúo a un mártir que cultivo con su sangre la tierra santacruceña aquel 27 de septiembre de 1958 en la trágica emboscada a los revolucionarios de la Columna 11 Cándido González Morales.
En San Ramón, Campechuela, nacieron los trece hermanos de la familia Brito Vargas. Siete hembras y seis varones. Genaro Andrés era el tercero del matrimonio. Era una persona muy noble y a veces despreocupada. Su mamá le encomendaba buscar los mandados y él se desviaba a jugar bolas. Por la tarde era que regresaba con el encargo.
Luis Mariano se reía de las travesuras del muchacho:
«–¡Fíjate si este muchacho era del caray!»
»En una ocasión lo mandaron a llevar el almuerzo al viejo de nosotros, que trabajaba en la reparación de las líneas férrea. A las cuatro de la tarde no había llevado el almuerzo porque se quedó jugando bolas con los otros muchachos.
»Genaro Andrés creció, aunque era muy joven todavía. Se desempeñaba como cortador de caña y en tiempo muerto marchaba a Manzanillo para dedicarse a otras labores, con el propósito de ayudar a la manutención de la familia».
Para Rafael, su hermano Genaro Andrés significaba mucho;
«Era como dicen, muy cariñoso. Él cortaba caña con Luis Mariano, cortaba caña conmigo y nos afirmaba:
»–Aquí hay que aprovechar esto porque es na’ más que dos meses de zafra. Después viene el tiempo muerto y no hay que buscar más na’.
»Mi hermano estaba muy vinculado con el Movimiento 26 de julio en Manzanillo y en San Ramón. En Manzanillo participaba en sabotajes y otras acciones y veinte cosas que él hacía. A raíz de eso ya los guardias lo tenian chequeao’.. Lo cogieron preso, lo maltrataron de palabra. En una ocasión vinieron unos amigos de Genaro Andrés a San Ramón, vinieron de allá de Manzanillo y da la casualidad que ese día por allá abajo, en San Ramón, pusieron explosivos, no ellos sino otra gente también del Movimiento 26 de julio y entonces cogieron preso al muchacho.
»A partir del sabotaje, el Ejército comenzó a perseguirlo. Lo persiguen en Manzanillo y lo persiguen en San Ramón. Antes de irse para la guerra le confiesó a su hermano:
«–Luis Mariano, no me agrada mucho tener que irme y dejar a la vieja preocupa’, pero tengo que tomar el camino de las montañas. Ya no puedo seguir aquí. Cualquier día de esto me van a matar los guardias. Es mejor que me maten allá peleando, luchando pa’ que esto sea libre, luchando pa’ acabar este maltrato que tiene el Ejército de Batista con el pueblo, a que me maten aquí sin poder defenderme. De esto no he hablao’ con nadie. Solo de la familia lo conoces tú. Guarda el secreto.
»Todo estaba decidido. El 12 de junio de 1958. Genaro Andrés se despide de la familia, pero no dice nada del motivo de aquel adiós. Como él era así tan cariñoso no se dieron cuenta. Abrazó a los viejos. Abrazó al hermano Rafael. Abrazó a Luis Mariano. Los abrazó a todos y se marchó. Rafael se quedó muy entristecido. Era un muchacho cariñoso y jaranero. Era un jovencito bien parecido.
Fuerte, gordo. Pesaba como 180 ó 200 libras. Mi hermano era un oro para la familia. Era muy querido en San Ramón. Se llevaba la alegría de la casa. Le gustaba jugar pelota, reunirse con sus amigos. Le gustaba esas cosas propias de los jóvenes. Esa era su vida, y el trabajo.
A más na’ se dedicaba, porque él nunca era persona vagamunda. Nunca había sido vagamunda. Siempre estaba en su casa, ahí tranquilo. Aquí nos criamos en este barrio. Genaro Andrés se casó con Estela Anaya López y esperaban un hijo. La mujer tenía tres meses de embarazo. Por eso pensaba que era el motivo de aquella alegría de mi hermano». (Texto: Cortesía del periodista Lázaro David Najarro Pujol, colaborador de Radio Santa Cruz) (Imagen tomada de EcuRed)