¡Que tristes son estas despedidas!

¡Que tristes son estas despedidas!Durante meses estuvo esta crónica, que en su día escribí de un tirón, guardada entre tantos trabajos que nunca me he decidido a publicar.

Hoy la encontré, mientras buscaba otro material necesario y pienso que compartirla ahora, será mi homenaje al recién desaparecido físicamente Comandante Hugo Rafael Chávez Frías, a quien despedimos con un “hasta siempre”.

La despedida

El soldado apareció en pantalla, rodeado de sus compañeros de lucha. Eran las 9:34 de una fría noche sabatina. Se hizo un silencio expectante, de esos que preceden los grandes acontecimientos.

El soldado comenzó a hablar y se terminaron de encoger los millones de corazones que, gracias a la magia de la cámara, seguían en vivo su inesperada alocución.

Un mal presentimiento recorrió la anatomía de muchos, de la cabeza a los pies. Lo sé porque yo era una de esos “muchos”.

Su proceder, siempre ecuánime y optimista, esta vez no podia ocultar la gravedad del asunto, que trascendía a su persona porque implicaba lo más sagrado: la Patria.

Hubo frases que dolieron, por la transparencia absoluta y la confianza del soldado con sus interlocutores, y que enseguida los medios de prensa, al servicio de los poderosos, se encargaron de desvirtuar.

Hubo exhortaciones, palabras de felicitación, advertencias y consejos sanos. Bromas y risas, seriedad y lágrimas contenidas.

Delante de los televisores muchos esperaban una renuncia. Palabra desconocida al parecer para el soldado de mil batallas. Pero, no, el soldado que nunca dejará de serlo, aunque hoy sea Comandante Presidente, sorprende con esta despedida:

Solo me resta decirles, con las buenas noches a las 10:10 minutos de esta noche del sábado, ¡Hasta la victoria siempre! ¡Independencia y patria socialista!

¡Viviremos y venceremos! ¡Viva Venezuela!

Y ¡por fin! Puedo respirar tranquila.
(Iliana Pérez Lara/ Radio Santa Cruz)