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El día en que la Casa Blanca “comenzó a odiar” al terrorismo

El día en que la Casa Blanca "comenzó a odiar" al terrorismoPese a numerosísimas opiniones que afirman lo contrario, Nueva York es, a no dudarlo, una ciudad hermosa.

Especialmente en septiembre, la llamada “Gran manzana” aparece cada mañana bañada por el sol, azotada por una suave brisa fresca y exhibe sus árboles otoñales ya escasos de hojas.

Ese era el panorama que presentaba la gran ciudad el 11 de septiembre de 2001; bañada por un sol radiante y una fresca brisa que presagiaba la proximidad del invierno, la urbe del Río Hudson rebosaba de movimiento.

Especialmente los cientos de miles de transeúntes y vehículos que circulaban por las calles de la parte baja de Manhattan a las 8:45 de aquella mañana, estaban muy lejos de imaginar que serían testigos del mayor punto de giro en la historia de EE.UU. con serias implicaciones para el resto del mundo.

Sólo minuto y medio después, el vuelo 11 de American Airlines, un Boeing 767 con 92 personas a bordo, se incrustó contra una de las fachadas de la Torre Norte del World Trade Center (Centro Mundial de Comercio), en la parte baja de Manhattan.

Sólo poco más de una hora después, exactamente a las 9:02 minutos, el vuelo 175 de United embiste el edifico Sur de las también llamadas Torres Gemelas.

El suceso deviene el más espectacular y registrado de la historia moderna en tanto a esa hora, decenas de miles de cámaras estaban atentas al enorme boquete en la fachada del rascacielos impactado y a la densa columna de humo negro que emanaba.

Los cientos de noticias que a esa hora inundaban los cast de las agencias de prensa y acaparaban los espacios noticiosos televisivos, aferrados a la versión de un accidente, se vieron inmediatamente desmentidos.

Los miles de videocámaras y millones de televidentes que presenciaban, en vivo, la densa columna de humo que salía de la Torre Norte, presenciaron cómo el Boeing 767 de la aerolínea United, se acercó a la Torre Sur y se proyectó espectacularmente contra una de sus fachadas.

Las 65 personas que viajaban en la aeronave murieron instantáneamente cuando el avión se destrozó contra el edificio y una enorme llamarada seguida de toneladas de escombros, sale por el extremo opuesto del impacto.

Las posteriores noticias del avión correspondiente al vuelo 77 de American Airlines estrellándose contra el Pentágono a las 9 y 37 y del vuelo 93 de United, que se precipitó en un campo antes de alcanzar el Capitolio, pese su impacto, no logran la conmoción ocasionada por la visualización colectiva del choque del Boeing 767 de United contra la Torre Sur del Centro Mundial de Comercio.

Pero la cadena de horrores de esa mañana en Manhattan no estaba por terminar. Ante las cámaras de las principales televisoras, repetidas por otras cientos de miles en todo el mundo, a las 9 y 59, envuelta en densa nube de polvo, la Torre Sur se derrumba sobre si misma, como implosionada.

Ante tal evidencia, decenas de personas que en la Torre Norte se encontraban atrapadas en los pisos por encima del impactado por la aeronave, comienzan a lanzarse al vacío.

Por último, a las 10 y 28 minutos, cae la Torre Norte en igual nube de polvo y escombros, arrastrando a la muerte a otros miles de personas entre los que se contaban no pocos bomberos y policías.

El televisado desconcierto del Presidente George W. Bush, al ser informado por un asistente sobre los atentados, las posteriores amenazas al mundo con el inicio de la cruzada antiterrorista y la invasión de Iraq y Afganistán, fueron eslabones subsiguientes de la cadena de horrores con que se inició el actual siglo XXI.

Son muchos los que han cuestionado, desde disímiles ángulos, los sucesos del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington.

Especialistas de compañías de demoliciones, ingenieros civiles, arquitectos y personalidades de la cultura como el cineasta Michael Moore, entre otros, han considerado los sucesos de ese día, una auto agresión bien preparada por Washington y facilitadora de la vía hacia las riquezas petrolíferas del Medio Oriente.

En este nuevo aniversario, exactamente el onceno, de los sucesos que incidieron violentamente la historia mundial, después de decenas de miles de muertes civiles, de cuantiosísimos e insalvables destrozos a milenarias reliquias de la cultura universal y destrucción de ciudades en Iraq y Afganistán, resulta válida la pregunta: ¿Hasta cuándo el horror y los pretextos para instrumentarlo?

Asimismo caben otras interrogantes acaso mucho más molestas y comprometedoras para Washington:

¿Fue necesario el 11 de septiembre para que la Casa Blanca "comenzase a repudiar", de hecho, al terrorismo? ¿Cuándo Washington dejará de practicar el terrorismo de Estado contra otras naciones? ¿Llegará alguna vez el día en que el territorio norteamericano deje de ser nido de terroristas? (Por Miguel José Maury Guerrero, AIN)